¿Qué es lo real?
Synecdoche, New York, para la que aún no hay un título estimativo en español (y lo estoy esperando con ansias porque acá en Argentina al menos traducen los títulos de una forma realmente graciosa y gratuita), es una ópera prima de Charlie Kaufman, guionista de Quieres ser John Malcovich o Eterno resplandor de una mente sin retorno entre otras. Por eso para establecer una reseña de este film entonces entenderán que antes debo respirar hondo, entrecruzar mis dedos y hacer sonar mis nudillos y con un café de por medio que me mantenga bien despierta, escribir.
La película fue presentada en Cannes donde fue excelentemente recibida por la crítica, en Argentina se cree que podría ser estrenada alrededor de Junio y seguramente contará también con un buen público ya que Eterno resplandor..., por ejemplo, aquí tuvo un éxito considerable. Sin embargo debo anticiparles que no sé dónde terminará esta crítica, por eso como verán no le he puesto evaluación de estrella alguna, puesto que aún no puedo dilucidar si me ha gustado o no. Pero eso: ¿no es fantástico de por sí?, eso significa que la película me ha dejado pensando. Es que Kauffman será como director, y lo predigo, como aquellos al estilo de los Cohen o Tarantino, es decir, esos a los que amas u odias. En una narración totalmente desquiciada, caótica y paranóica se nos cuenta la historia de Caden, un director de teatro cuya vida va en picada y como buen artista vive la vida mezclando la realidad con la ficción sin un camino determinado porque su vida es una continua búsqueda de significados. El propio espectador tiene la angustia de tener que buscar como él significados, caminos de entendimiento sobre lo que está pasando, en el camino (como en la vida de Caden) dan ganas de liberarse, de no seguir... hasta que de pronto llega la revelación.
Si están dispuestos a pasar por la tensión, la tediosidad de no entender dónde se está parado, quién es quién, qué es real y qué es ficción, la película los impactará. Al espectador prolijo, que gusta de una narración más bien cronológica y lineal, abstenerse totalmente porque pasarán las peores 2 horas de sus vidas.
Muy similar a como se nos contó Quieres ser John Malcovich o Eterno resplandor... con idas y venidas, imágenes repetitivas y diálogos banales mezclados con las acotaciones más profundas, este film marea, perturba y engrandece al mismo tiempo. Ya desde el título que es un juego entre el recurso literario (contar el todo por las partes o viceversa) y Schenectady, situada en New York donde transcurre la historia, se nos explica quizá la esencia de la obra donde la ciudad y el escenario son uno, se mezclan, se definen uno con el otro y nos desubica.
La película vale la pena verla como reflexión misma de qué es real y qué no, pero les confieso, disfrutar plenamente de ella lo hice en los últimos 40 minutos entre tanto hubo veces que mi dedo se posó en el ffw!.