Tabú

Crítica de Fernando Sandro - El Espectador Avezado

Miguel Gomes es un director que ha sabido cautivar a su público con grandes historias, pero sobre todo por la manera en la que estas son filmadas. En este, su tercer largo, después de la logradísima “Aquel querido mes de agosto”, vuelve a la carga con lo que mejor sabe hacer, lograr una mixtura entre historia e impacto de imagen.
“Tabú” se divide en dos capítulos, y perfectamente podrían tratarse de dos mediometrajes separados, aunque uno tenga correlación directa con el otro. En el primero, Paraíso Perdido, Pilar (Teresa Madruga) es una mujer filántropa que se dedica a varias obras de caridad y se relaciona, casi como una de sus labores, con Aurora (Laura Soveral) una anciana senil, perdida en sí, con delirios varios, que acusa tener una hija que no la visita, y siente que su criada proveniente de Cabo Verde, Santa (Isabel Cardozo) la hostiga, le hace daños a propósito.
La historia se centra en la peculiar relación entre las tres mujeres, Aurora parece tener mucho para contar y Pilar muchas ganas de escuchar. Pero Aurora se está apagando, y así entramos al segundo capítulo, Paraíso, tras la muerte de la anciana, Pilar y Santa descubren una historia oculta del pasado que sucedió en las lejanas tierras africanas, en el monte Tabu, y ahí el film da un giro radical.
Una Joven Aurora (Ana Moreira) se instala en una colonia portuguesa del lugar en momentos previos pero muy cercanos a la independencia junto a su marido; allí, el hombre tiene una banda de música contemporánea, y uno de los músicos es Ventura (Carlotto Cota) un hombre sin dudas cautivador que de inmediato se transforma en amante de Aurora desatando hechos terribles que llevarán a la tragedia.
La diferencia entre el primer y el segundo capítulo es sustancial. Si bien en ambos se maneja una cuidadísima fotografía en blanco y negro; en el primero lo que prima es la calidez de la relación, se marcan bien las personalidades de las mujeres y sus diferencias y encuentros, casi como un drama femenino.
En el segundo, impera el relato en off sobre las cartas que dejó Aurora o Ventura, y un mundo entre aventurero, riesgoso y onírico, capaz de albergar una pasión imposible de contener a la vez que hacernos vivir momentos de tensión con un cocodrilo como mascota y el peligro rondando en la esquina, además de inmiscuirse en los avatares del momento histórico.
Es como mezclar un film de Rodrigo García con una producción de la Warner de los años ’40, esas aventuras de caballeros y damiselas que afrontan riesgos y se enamoran de manera prohibida. El resultado, impacta, pero a la vez descoloca.
Gomes busca un sentido estético en su obra, y “Tabú” está plagada de imágenes que son íconos, en donde las palabras sobran, y todo se expresa en los detalles. A esto hay que sumarle una magnífica banda sonora que mezcla constantemente “Baby, I Love You” de The Ramones, con la versión en castellano “Tu Serás mi baby” por parte de Les Surf, y otras grandes canciones de todos los tiempos, un punto altísimo del film.
“Tabú” es un film críptico y abrumador, la suma de todos los elementos con los que juega su director a algunos puede maravillar y a otros puede sobrepasar.
Sin dudarlo estamos frente a una experiencia de esas que no todos los días nos cruzamos en pantalla, y si uno es un espectador arriesgado, bien vale la apreciación de esta obra en una gran pantalla, puede resultar algo único.