Taekwondo

Crítica de Alejandro Lingenti - La Nación

En Taekwondo, sutiles juegos de seducción masculina

No son las artes marciales el centro de esta película dirigida en sociedad por Marco Berger (Plan B, Hawaii, Mariposa) y Martín Farina (Fulboy), sino los juegos de seducción entre dos muchachos que pasan unos días de descanso en una quinta con un grupo de amigos que, en más de una oportunidad, se comportan como niños.

La línea narrativa que domina es la de la historia que arranca con el flechazo que se produce en una clase de taekwondo y cuyo efecto inmediato parece demorarse más por el placer que suele provocar el flirteo que por los prejuicios y los tabús. Berger y Farina filman los torneados cuerpos masculinos de los protagonistas al detalle, con la circulación del erotismo como premisa. Las conversaciones entre ellos no tienen demasiada densidad. Parecen más bien las de un reality show televisivo de esos en los que el encierro termina produciendo abulia, confesiones a media lengua y leves paranoias. Los chicos de Taekwondo comen, beben, fuman, pasan un tiempo juntos en un sauna, practican algún deporte con simple espíritu recreativo, se entregan despreocupadamente al ocio sin demasiado contacto con el exterior, salvo por la visita ocasional de alguna novia o una vecina.

Ponen en evidencia los rituales y los pactos, tácitos y explícitos, de la masculinidad, lugares comunes que ofician como reglamento de la convivencia entre hombres. En ese entorno, y ante la inquietud de un tercero en discordia que claramente reprime su instinto, se va calentando a fuego lento el deseo de esos dos compañeros que tuvieron la suerte de cruzarse en una clase y supieron al instante cuál podría ser el futuro entre ellos.