Nominada a tres premios Oscar y reciente ganadora del Screen Actors Guild Award al Mejor Elenco, esta película que reconstruye el caso real de tres mujeres negras que fueron clave dentro de la NASA a principios de la década de 1960 resulta entretenida y eficaz en sus objetivos.
En 1961 los Estados Unidos estaban perdiendo la carrera espacial. La Unión Soviética había comenzado una serie de expediciones exitosas, mientras los norteamericanos acumulaban una decepción tras otra. En la sede de la NASA en Virginia -uno de los centros de la segregación racial- los ingenieros (todos hombres y blancos) trataban de calcular las trayectorias de los cohetes y establecer la seguridad de las misiones.
En ese contexto, fueron tres mujeres negras (aquí interpretadas por Taraji P. Henson, Octavia Spencer y Janelle Monáe) quienes finalmente tuvieron un papel destacado en cuestiones como los chequeos matemáticos y la programación de las primeras computadoras IBM. La reconstrucción de esas historias de vida es el eje de esta película correcta en su narración (sin ánimo peyorativo podríamos definirla como un sólido telefilm) y eficaz en sus objetivos: la auto-afirmación de la comunidad afroamericana con una fábula tan inspiradora como motivacional y -también a tono con estos tiempos- con un toque feminista y sin descuidar la cuestión patriótica (las protagonistas son unas heroínas surgidas de la clase trabajadora que terminan ayudando al desarrollo y el triunfo de su país).
El director y coguionista Theodore Melfi (cuyo único antecedente era la también simpática St. Vincent, con Bill Murray y Melissa McCarthy) maneja el film con un tono exagerado y zumbón, una apuesta visual desbordante y una mirada algo inocente, pese a abordar temas densos como el machismo o el racismo. Esa bienvenida ligereza le asegura un encanto y una fluidez que le permite sortear algunos lugares comunes, cierta condescendencia y una descripción bastante elemental de los conflictos familiares e íntimos de las protagonistas.
El histrionismo de las tres actrices y el aporte en papeles secundarios de nobles intérpretes como Kevin Costner y Mahershala Ali (el jefe y el militar enamorado del personaje de Taraji P. Henson, respectivamente) hacen de Talentos ocultos -algo así como una combinación entre Historias cruzadas, Jinetes del espacio y El código enigma- una película irresistible en los términos que está planteada.