Talentos ocultos

Crítica de Javier Porta Fouz - La Nación

Talentos ocultos: las mujeres de la NASA

Con un elenco potente y premiado en la actual temporada de festivales

Una historia real extraordinaria, la de mujeres negras pioneras en la NASA: una aspirante a ingeniera, otra interesada por el futuro de las computadoras, una especialista en cálculo matemático. De fondo, la carrera espacial de los sesenta y la lucha por los derechos civiles. Con esto, el director y coguionista Theodore Melfi hace una película a la que se le notan el tremendo potencial y, a la vez, los límites. Esos límites son los de la previsibilidad, el esquematismo en cada situación en la que, a la narración convencional, se le agrega la lección exprés de historia desde la mirada esclarecida del futuro. Si a pesar de eso Talentos ocultos se sigue con interés es porque, además del material de base antedicho, Melfi cuenta -como en su película anterior, St. Vincent- con un actor fuera de serie. En St. Vincent fue Bill Murray y aquí es Kevin Costner, un animal cinematográfico como hay pocos, alguien que parece dirigir la acción desde dentro de la escena. Actores y actrices que en otras situaciones de la película hablan y gesticulan de formas eficaces, pero adocenadas, planas, en la interacción con Costner brillan especialmente, como si frente al gran actor liberaran su potencial. Hay, sin embargo, una escena sin Costner que revela la fuerza emocional que subyace en el film, y tiene que ver con una situación de pareja y no laboral-política: allí, con menor preocupación por el didactismo y la simplificación, se revelan una frescura, una cercanía y una vitalidad lamentablemente poco presentes en el resto del relato.