Ellas podían hacer cálculos complicadísimos y contruibuir, decisivamente, al éxito de la carrera espacial estadounidense, pero tenían prohibido usar el mismo baño, entrar a los mismos bares o utilizar las mismas bibliotecas que los blancos. Durante la guerra fría, en la segregacionista Virginia, las tres mujeres protagonistas de Talentos Ocultos viven la discriminación como un estado de las cosas que les tocó, aunque cada aspecto, cada detalle de esas vidas ponga en evidencia la locura racista. Con las avasallantes personalidades de sus tres protagonistas -la gran Taraji P Henson, Octavia Spencer y Janelle Monáe-, Talentos ocultos es una de esas películas sin grandes brillos narrativos que sin embargo se ve con interés y placer. Hay un tono didáctico que opaca los brillos que proveen sus intérpretes, a las que hay que sumar al siempre bienvenido Kevin Costner, una presencia que mejora todo aquello en lo que participa. Porque estamos ante una serie de fascinantes historias entrelazadas -varios puntos comunes a Historias Cruzadas-, pero también, claro, ante una lección de historia.