En su segunda película de ficción, el cineasta Federico Sosa (Yo sé lo que envenena) presenta Tampoco tan grandes, una comedia romántica escrita por Máximo Reca y focalizada en una ex pareja que vuelve a reencontrarse en un momento culminante.
La historia nos presenta a Lola (Paula Reca), una joven publicista de 29 años, que, en cuestión de segundos, recibe dos noticias demoledoras. Por un lado, su padre, a quien daba por muerto desde hacía varios años, acaba de fallecer. Por otro lado, su madre le confiesa que en realidad nació seis meses antes de lo que creía y que, por ende, ya superó los 30 años. Con un novio ausente que parece preocuparse sólo por su trabajo, la protagonista termina recurriendo (casi por accidente) a Teo (Andrés Ciavaglia), su ex pareja. Junto a Rita (María Canale), hermana de este último, inician un viaje hacia Mar del Plata para reunirse con el abogado del difunto.
Una vez allí conocen a Natalio (Miguel Ángel Solá), quien fue la pareja del fallecido durante los últimos 27 años. A pedido de este último los cuatro partirán hacia Bariloche para esparcir las cenizas en el terreno que el hombre tenía ahí y el cual le dejó como herencia a Lola. Tampoco tan grandes es una road movie que logra equilibrar las situaciones cómicas con las dramáticas. Los cuatro personajes cuentan con personalidad fuerte, pese a que la película se focaliza en Lola y Teo y los encuentros y desencuentros entre éstos (tanto en un sentido físico como emocional).
Los actores logran transmitir los sentimientos de sus personajes sin ningún tipo de dificultad. La química entre los protagonistas resulta efectiva y, por ende, logran que las reacciones de Lola y Teo sean creíbles y también entendibles. Esto pese a que algunas situaciones resultarían exageradas si las trasladáramos fuera de la pantalla. Paula Reca y Andrés Ciavaglia no son los únicos que destacan con sus actuaciones. Canale y Solá también se desenvuelven bien en sus interpretaciones. Rita, pese a ser un personaje secundario, cuenta con un trasfondo potente, que hace que uno como espectador se encariñe fácilmente con ella.
Uno de los puntos más flojos de Tampoco tan grandes puede que sea el personaje interpretado por Miguel Ángel Solá. Natalio está creado en base a ciertos estereotipos que a esta altura atrasan (y son poco aceptables). La mirada que los demás tienen hacia él -a excepción de Rita, con quien parece conectar desde un principio-, también resulta anticuada y cliché. Pese a esto, Natalio logra convertirse en un personaje entrañable, que le aporta más dinamismo a la trama.
Sin grandes giros argumentales, Tampoco tan grandes cuenta una historia sencilla y típica de las comedias románticas, que no evita caer en algunos tópicos de este género. Pese a esto, la película logra ser entretenida y también, aunque en menor medida, divertida. El fuerte no es la historia de (des)amor en sí, sino el camino que recorren los protagonistas. La química entre los actores y los sentimientos que logran emanar, consiguen darle al film un impulso y un sostén que no conseguiría si sólo se apoyara en la historia central.