Seres desdibujados
La ópera prima de Eduardo Crespo tiene escasos diálogos y muchos silencios.
Tan cerca como pueda, la opera prima del entrerriano Eduardo Crespo, es una de esas películas que abundan por estos pagos desde el advenimiento de lo que se conoció como Nuevo Cine Argentino. Es decir: no hay historia sino contemplación, escasos diálogos y muchos silencios. Con un registro de cámara en mano cercano al documental, el filme sigue la vida cotidiana de Daniel, un hombre de mediana edad acosado por las deudas, que se las rebusca para ganarse el mango como constructor en un pueblo del interior.
De vez en cuando, esta clase de cine compensa la falta de trama con belleza visual, climas profundos o la revelación de un universo. No es el caso. Aquí asistimos meramente a momentos ínfimos de la vida de un hombre: su relación con su sobrino, que se le instala en la casa y sobrevive con algunas changas, sus visitas a una masajista, el vínculo con su hermana y su sobrina, su intento de tener una relación amorosa. No hay tensión dramática, apenas una leve atmósfera deprimente, producto de la chatura pueblerina, y no mucho más.
La película es difícil de asir también por el lado de los personajes: más allá de la ternura que causa un kiosquero que tiene como hobby traducir la Biblia del hebreo antiguo, y su hija con síndrome de Down, que hace unos dibujos encantadores, ninguno provoca empatía, por más que la cámara casi siempre está encima de ellos, a la búsqueda de captar su intimidad.
Así, entre estos seres desdibujados, va transcurriendo todo, como agua mansa de un arroyo que no causa daño ni deja huella.