Introspectiva y minimalista
Como una buena parte del cine argentino del nuevo siglo, Tan cerca como pueda explora el interior del país con un criterio de puesta en escena introspectiva y minimalista.
La mínima no-historia transcurre en Entre Ríos, o en los bordes de la provincia, tal como se ubicaba la excelente La tercera orilla de Celina Murga. Pero el paisaje no es rural, mucho menos de ciudad, sino un ambiente ambiguo, trazado por una cámara acosadora de los personajes, cercana de ellos, respirándoles en las nucas. A ese lugar llega Daniel con muchos problemas encima, que la película irá transmitiendo de manera acotada, solo con la información breve y necesaria para dilucidar el deambular del personaje. Eduardo Crespo elige la contemplación de breves instantes antes que la redundancia y la explicación que corroborarían las líneas de un guión. Un modelo de cine de observación que gratifica pero que también puede provocar cierta inquietud, cercana a la abulia, otra característica desde la que se conforman las ínfimas situaciones y personajes. En ese territorio inasible de jugarse por un relato plagado de silencios y de información que puede ser válida o no para la comprensión del relato, Tan cerca como pueda concreta los objetivos en sus últimos minutos, momento en el que se celebra una fiesta familiar, donde Daniel detiene su deambular para insertarse, aunque sea por un rato, dentro de un marco social determinado. En esos breves instantes, la película respira con luz propia, alejándose de invocaciones y referencias de otros títulos del nuevo (ya viejo) cine argentino en vertiente minimalista, aquel ya lejano que propiciara títulos como La libertad y Los muertos, ambos de Lisandro Alonso.