El cine gacetilla
En una entrevista brindada a la agencia estatal Télam, el director Eduardo Crespo señala que su película plantea inquietudes universales “como quiénes somos, de dónde venimos y hacia dónde vamos, transitando por zonas de dolor, cansancio y soledad”. Y la gacetilla de prensa nos profundiza sobre el drama de Daniel, el protagonista de Tan cerca como pueda: “visiblemente golpeado por las vueltas que tomó su vida, girando en falso, regresa a su pueblo. El trabajo escasea, su ex mujer le reclama permanentemente un aporte económico que él no está en condiciones de hacer, las perspectivas en general son poco alentadoras…”. Pues demos gracias a las gacetillas, las sinopsis y las explicaciones de los directores; si no, no tendríamos la más pura idea acerca de qué nos quieren decir películas como esta.
Tan cerca como pueda tiene una historia detrás. Crespo ha sido colaborador de Iván Fund y, de hecho, es parte de una movida entrerriana de directores que se lucen en el circuito más independiente del cine nacional. Circuito, vale decir, que cuenta detrás con un grupo de críticos amigos que las elevan por sus supuestos aciertos formales y la programan en festivales -incluso las premian-: contemplación, economía de recursos, registro pseudo-documental integra el menú. Nada de esto está mal si el film no se quedara en la mera pose, si no tuviéramos que leer una entrevista o una sinopsis para tratar de entender qué le pasa a los personajes.
Porque es fantástico que los personajes no necesiten gritar sus conflictos puesto que para eso está la imagen, para decodificar sentimientos. Sin embargo cuando una historia de 75 minutos necesita de demasiados planos contemplativos de pies, caras, espaldas o lo que sea, estamos ante un grave problema: o la anécdota es tan chica que no debería haber pasado del corto o medio-metraje, o hay un pánico a narrar que es simulado con la prepotencia del embole-filosófico que garpa tan bien en el circuito intelectual y en festivales: imaginate, si no sabés apreciar las bondades de películas como esta sos el chico menos popular de tu cuadra.
Porque material para un drama atractivo hay en Tan cerca como pueda: un dolor de cuello recurrente; un encuentro con una maestra de danza que podría ir más allá que el mero encuentro; un hombre araña de goma que se hunde y se hunde cada vez más; el reclamo telefónico de una ex mujer que le agrega tensiones al recorrido del protagonista; una simpática escena en un kiosco. Sin embargo, todo esto, que está expuesto, escasamente está desarrollado, y tampoco sabemos muy bien qué les pasa a los personajes con aquello que les pasa. Es como si en la contemplación y en entender el registro cinematográfico como la puesta en escena de lo cotidiano se fuera todo el esfuerzo del realizador. Desde la precariedad visual, Crespo no construye imágenes con poder como para traficar a través de su simbolismo un sentido. Así, Tan cerca como pueda se queda en el mero trabajo formal de una cámara demasiado cercana a los protagonistas y a la espera de que el espectador tenga la suficiente tolerancia como para soportar este ejercicio intrascendente. O que, por lo menos, tenga la gacetilla a mano para que entienda un cacho.