La fugacidad y un día
Poco y nada del pasado de Daniel (Daniel Laferrara), protagonista de esta ópera prima del realizador Eduardo Crespo, con la cámara a cargo de Iván Fund, se revela en este sugestivo viaje por distintos rincones de Entre Ríos.
En Tan cerca como pueda prevalece la contemplación de los pequeños momentos de verdad (una sesión de masajes, una misa de bautismo, una fiesta íntima y familiar) que una cámara atenta capta prácticamente sin proponérselo.
Escudriñar en la intimidad de los personajes parece ser el único motor narrativo en marcha, dada la ruptura con la linealidad y el uso adecuado de la fragmentación en la información, porque lo que importa en este film no es tanto la historia per se sino aquellos destellos de verdad. Esos que se precipitan al vacío de los cuerpos o se escabullen furtivos ante nuestros ojos cuando la cámara los persigue y los sorprende en la penumbra de una charla o en el murmullo casi inaudible para no despertar otro momento que no sea el de la observación.
La película de Eduardo Crespo guarda una estrecha relación con otras obras recientes como Hoy no tuve miedo (2011) o un poco más hacia adelante con Los días (2012), ese registro que mezcla realidad ficcional con ficción documental de una manera natural y que consigue una aproximación diferente con el retrato de sus personajes, sin las costuras de un guión que direccione o las marcaciones actorales que quitan espontaneidad y se pierden a veces las atmósferas o los climas.
En este caso particular, en el debut en el largometraje de Eduardo Crespo se pueden atesorar esos instantes en que el cine saca a relucir su pureza cuando se recupera la alquimia entre la imagen y el tiempo para ganarle a la fugacidad la partida, antes que la realidad funda a negro.