Serie de situaciones hilvanadas provisoriamente
Si nos atenemos a ese refrán que dice "bien está lo que bien acaba", podríamos decir que esta película está bastante bien, porque termina con una linda fiestita familiar, tierna y agradable, donde el protagonista al fin sonríe contento de veras, y todo cierra con una hermosa imagen de un bebé en el regazo de una dulce anciana. Que no tiene que ver con nada, porque a la mujer es la primera vez que la vemos y no sabemos ni qué parentesco luce ni qué pito tocaba, así que mejor dejemos el refrán para otra clase de situaciones.
Lo que hemos visto hasta ahí, es bastante flojo. Una serie de situaciones que el autor hilvana provisoriamente y deja sólo en hilván, donde parece que alguien trabaja en algo relacionado con la construcción, pero realmente no lo vemos trabajando, y la ex lo llama reclamándole plata para los chicos porque "ya estamos a 20", y como dos veces escuchamos lo mismo podemos suponer que ya pasó un mes, o que el tipo se masoquea oyendo el mismo reclamo, quién sabe.
Lo que se sabe, es sólo porque lo dice la gacetilla: el hombre vuelve a su pueblo, es un fracasado, pero la hermana lo elige como el padrino de su chiquito. Si no fuera por la gacetilla entenderíamos menos. El resto incluye escenas de un sobrino haciendo un par de changas y luego jugando a los naipes, otra con un tipo interesante, habilidoso, animoso, pero desaprovechado, una masajista de veras, unas niñas de jardín bailando para algún número, una reunión religiosa donde alguien pone el casete de un predicador electrónico, un paseo hasta un arroyo con lindo arenal para pasar la tarde, y otras cosas sueltas, de donde emerge, casi al final, una linda rubia que se lleva al tipo a su casa, le habla en susurros y le ceba un mate frío.
Esto último no se entiende muy bien, pero debe ser un problema de puesta en escena. Todo acá diálogos, situaciones, relación de una cosa con otra- parece improvisado sobre la marcha, y el tipo marcha con la cámara siguiéndolo de cerca, que quizás a eso se refiere el título. Eso es todo. Autor, debutante, Eduardo Crespo, habitual editor, cámara y operador de HD, y colaborador general de las películas de Santiago Loza y sus paisanos Ivan Fund y Maximiliano Schonfeld, que aquí lo secundan. Rodaje en Crespo, antigua Capital Nacional de la Avicultura, hoy apenas conocida como ciudad natal del gringo Gabriel Heinze.