Ente las miles de familias desgarradas que dejó el atentado contra las torres gemelas de New York el 11 de septiembre de 2001, este film (nominado al Oscar como Mejor Película) dirigido por Stephen Daldry se concentra en una, más precisamente en el laberinto que el preadolescente Oskar Schell recorre tras la muerte de su padre (Tom Hanks), quien ocasionalmente se encontraba en uno de los edificios siniestrados en el momento en que el segundo edificio fue impactado por un avión.
A partir del momento en que Oskar encuentra por accidente un sobre con la palabra “Black” inscripta y una llave en su interior, comienza un derrotero de búsqueda alrededor de lo que, supone, es un apellido que podría darle algún dato desconocido sobre su padre, alguna referencia que lo pudiera ayudar a concretar un duelo que parece en suspenso.
“¿Por qué le hablan a un cajón en el que no hay nadie?”, se pregunta el niño, brillante, con una inteligencia por encima del promedio, ante la inhumación de un cuerpo ausente. Con esa lógica es que llevará a cabo su travesía dentro de la isla de Mahnattan, a pura deducción y sin da un paso atrás en su investigación amateur.
La película del director de Las horas y Billy Elliot, entre otras, es un enfoque personalizado de la tragedia del 11-S, no sin apelar a un puñado de golpes de efecto y un guión montado sobre una fórmula efectiva y que sabe impactar en el momento justo, con dosis continuas de drama y goteos de humor leve y que ayudan a disipar las lágrimas. Es cine, el cálculo es inherente a la producción fílmica y no hay drama o pérdida de vidas que no desencadene un estudio al respecto con la idea de llevarlo a las pantallas de todo el mundo. Y a los puestos de venta de pochoclo, nachos con queso, gaseosas, chocolate, caramelos, helados.
Algunos datos paracinematográficos: el veterano Max von Sydow, nominado al Oscar por su trabajo como actor de reparto, podría aquí lograr su primera estatuilla, luego de décadas de nominaciones por las que se fue con las manos vacías. En tanto, Tom Hanks, eterno mimado por la Academia, no fue tenido en cuenta pese a que entrega aquí una de esas performances que lo han caracterizado como el más hollywoodense de los actores de Hollywood.