El duelo de un niño ante la pérdida de su padre.
Una película como Tan fuerte y tan cerca puede generar dos tipos de reacciones, la del llanto consumado por lo que sucede y la del no llanto, y deseo profundo de que pase algo que realmente cambie el panorama. Si bien sabemos que su director Stephen Daldry (El lector, Billy Eliiot y Las horas) es un hacedor constante de películas que pintan ser grandes moralejas, muchas veces terminan siendo sólo parte de una gran parafernalia que no termina dejando nada tras bambalinas. Y si este filme, es una obra por momentos muy atractiva, por otros se convierte en tensa, compleja y con un hilo conductor que inevitablemente no conduce a nada.
Oskar Schell (Thomas Horn) es un niño brillante que tiene una extraordinaria relación con su padre (Tom Hanks), éste siempre lo incentivo a la búsqueda, a la lucha incansable por encontrar respuestas de la manera más lúdica posible y a afrontar los desafíos. Pero un día, su padre fallece (es una de las víctimas del 11 de septiembre en las Torres Gemelas) y su vida cambia rotundamente. Él guarda los mensajes del contestador donde su padre se comunica por última vez, él decide flagelarse en busca de acercarse a su progenitor, de entender sus 8 minutos de vida antes de dejar de existir; y en esa constante agonía, un día descubre una llave en el armario de su padre y cree que es alguna otra búsqueda que éste le ha encomendado, quizás donde haya algún mensaje especial para él.
La búsqueda por descubrir a qué cerradura pertenece esa llave es epicentro de esta historia, en donde el joven Oskar se encontrará con los personajes más bizarros y peculiares de New York y donde generará un vínculo muy particular con un viejo mudo (inquilino de su abuela y protagonizado de manera excelente por el sueco Max Von Sydow) que será su único compañero de ruta para saber qué fue lo que le ha dejado su padre tras esa llave en un jarrón.
Tan fuerte y tan cerca es un filme muy pretencioso, que queda a mitad de camino entre lo efectivamente narrativo y lo extremadamente pomposo y superfluo del mismo. Si bien las actuaciones del Horn (su primer filme) y Max Von Sydow (nominado como mejor actor de reparto en los Oscars) son muy buenas. Tom Hanks cumple enésima vez (y me quedo corta) el mismo papel efectista que viene realizando desde que un día descubrió que era un buen actor y le dieron dos Oscars. Luego se estancó y no hubo forma de sacarlo de la zona de confort en la que se acomodó. Sandra Bullock (la madre de Oskar) cumple su papel de viuda y madre sin capacidad de afrontar lo que sucede en su hogar de manera correcta. No hay mucho lucimiento pero remediablemente logra dos momentos que pueden decirse que son buenos: cuando se pelea con su hijo y éste le confiesa que hubiese preferido que sea ella la fallecida y no su padre, y cuando le comenta todo lo que ha hecho tras sus espaldas , cuidándolo.
En definitiva, el filme es un constante golpe bajo a los sentimientos, a los duelos de los seres antes una pérdida y una tragedia que se torna demasiado oscura para que sea un niño su protagonista (hay instancias donde realmente lo han convertido en un ser demasiado desdichado, que resulta prepotente, pedante y cero amistoso).
Si te gusta llorar, seguramente sea tu filme. A mí realmente me dejó un gusto neutro, de decepción porque esperaba mucho más de una cinta que está nominada como mejor filme en la próxima entrega de los Oscars (no merece estar allí) y de alegría por saber que aún podemos disfrutar de un actor como Von Sydow que sin emitir sonido, deslumbra por sus gestos y movimientos en cada fotograma (él si se lo merece).
@Belloysublime