El niño y su búsqueda
Oskar Schell (Thomas Horn) tenía ocho años cuando su padre murió en los ataques del 11S al World Trade Center de Nueva York. A un año de aquella tragedia, se mantiene lo más proactivo posible, en tanto su madre (Sandra Bullock) se sume en una depresión negra, que acentúa su severidad. Un día, Oskar encuentra una llave y una nota, e interpreta que su padre tiene un mensaje póstumo para él. A la caza de la historia detrás de la llave, Oskar se reencuentra con un abuelo desconocido (Max Von Sydow) y con cientos de personas que dejan de ser, a su vez, desconocidos, para convertirse en aliados de búsqueda.
El niño (o el joven) en busca de una respuesta, un mensaje, una historia, es lo que conecta las dos novelas de Jonathan Safran Foer que fueron llevadas al cine hasta la fecha. La primera, "Una vida iluminada", fue dirigida por Liev Schreiber y abreva no sólo en la nostalgia y el golpe emotivo sino también en un cierto cinismo no excento de humor negro. Esta otra, sea por su temática o debido a la adaptación del guionista Eric Roth, o (y quizá esto sea lo más acertado) a la dirección de Stephen Daldry (bien en "Las Horas", notable en "Billy Elliot", definitivamente excesivo en "El lector") se empapa de efectismo y sensiblería de manual.
Pero demos gracias a la intuición de los responsables del casting por la presencia brillante y efectiva de Thomas Horn, un niño cuya sensibilidad supera la ficción y llega al espectador generándole auténticas emociones. En sus hombros cae el peso de un personaje sensible, inteligente, hiperactivo, que esquiva (a veces por muy poco) los excesos en los que abunda prácticamente toda la trama.
Este es uno de esos casos donde desde los avances hasta los afiches hablan del tipo de película que se va a ver. Así que no se puede alegar desconocimiento cuando se entra a la sala y las secuencias iniciales juegan con los golpes de efecto más transitados del 11S; si se puede superar la sana indignación del lugar común, se pueden apreciar los puntos más fuertes. A saber: una banda sonora digna de Daldry a cargo de Alexandre Desplat, las actuaciones del niño protagonista y Max Von Sydow como su abuelo paterno y el timing justo para que las dos horas de metraje sean llevaderas.