El día a día a través de un celular
Propuesta radical y fresca, pero con una historia sólida, Tangerine se ha merecido un lugar destacado que festivales como el Sundance o el de Mar del Plata, equilibrando temática y tecnología al mismo tiempo.
La historia cuenta las aventuras de dos prostitutas transexuales Sin-Dee Rella y Alexandra (de hecho lo son en la vida real) a lo largo de toda la jornada previa a Navidad en Los Angeles. La tranquilidad llega a su fin cuando Alexandra le cuenta a su amiga recién salida de prisión que fue engañada por su novio durante la estadía en la cárcel. Sin-Dee no duda en buscar a la “perra” con la que le fue infiel su poco inocente pareja que resulta ser el proxeneta de ellas mismas. Tangerine es frenética, cargada de buen humor y honestidad dentro del mundo de las drogas y la prostitución.
En Tangerine se pueden disfrutar los paisajes de los barrios bajos de la ciudad de las palmeras en pleno verano con un sol arrollador, una tarde con una preciosa paleta de violáceos y naranjas y una noche que invita a guardar los mayores secretos de lo prohibido. Una sencillez abrumadora que demuestra cómo se puede hacer una buena película con actores no profesionales y con un bajísimo presupuesto, de hecho fue filmada con un Iphone 5, una lente anamórfica bien económica que permite un campo visual más amplio y una aplicación ideal como recurso aprovechable.
Tangerine mantiene las expectativas y no decae elevando a sus heroínas a un excelente nivel con hip hop, jazz y algún reggaeton perdido. La presencia de otros personajes habla de diferentes culturas que se entrelazan con la historia principal y emergen en el caos que significa vivir en una gran ciudad que todo lo devora. Su director, el yanqui Sean Baker, de la premiada Prince of Brodway, donde un buscavida en la gran ciudad se debate entre el camino a la fama o hacerse cargo de su paternidad, y Starlet que contaba la relación entre dos vecinas de diferentes edades, demuestra no ser un improvisado en el cine independiente de calidad. Plasma con ojo crítico y humor la crudeza del día a día de los suburbios capitalinos, temática que mantiene como obsesión en su filmografía. Tangerine tiene ese no sé qué del cine de transgénero de John Waters y su clásica Pink flamingos, con esa verborragia y dialecto particular, convirtiéndola en una buena propuesta para disfrutar sin prejuicios.