Buenos Aires tiene ese, qué sé yo...
¿El tango nació en Argentina o en Finlandia? La búsqueda de la respuesta impulsa a tres músicos porteños a emprender un viaje en el que se enriquecerán las culturas y costumbres. Dirigida por Viviane Blumeschein, Tango de una noche de verano (2014) muestra que la música no entiende fronteras y que tiene la capacidad de unir lugares disímiles.
La premisa de que el tango se originó en Finlandia, enunciada por el director de cine Aki Kaurismäki, es el inicio de esta travesía. Pablo Greco (bandoneonista), Chino Laborde (cantante) y Diego “Dipi” Kvitko (guitarrista) deciden ir al norte escandinavo para averiguar si la afirmación es cierta y conocer las diferencias o similitudes que pueden existir con respecto a la interpretación de un género al que consideran propio.
Una vez allí, recorren salones en el que se baila el 2 x 4. Se sorprenden al ver que es popular y lo practican bastantes personas, pero se diferencia porque aunque también es un baile de pareja, las coreografías no tienen pasos tan marcados como en la Argentina.
Para conocer los aspectos musicales, entrevistan a intérpretes que continúan con la tradición tanguera. En un inglés básico, intercambian ideas sobre su origen, comparten formas de ejecución y logran entenderse mucho mejor cuando se comunican a través de compases y armonías. En esos momentos ya no media la palabra sino el bagaje que cada uno aprendió en su país natal, y se pone en juego el sentimiento compartido hacia ese género. Ya no importan las diferencias idiomáticas y culturales: la melodía es una sola y todos la conocen.
Enmarcado por hermosos paisajes, Blumeschein lleva a la pantalla grande un tema desconocido para muchos de los espectadores. La discusión sobre si el tango es argentino o uruguayo está naturalizada por la cercanía. Pero el compartir una música tan característica de la ciudad de Buenos Aires con un país como Finlandia puede ser revelador para el público.
Tango de una noche de verano es una película interesante en la que se reconoce que, si se quiere, las culturas pueden enriquecerse. Y por qué no formar una sola, en la que predomine la emoción de un lenguaje común.