“Tango en París. Recuerdos de Astor Piazzolla” (2017) es el sentido homenaje que el realizador Rodrigo Vila (“Cantora”, “Mercedes Sosa…”, etc. propone a 25 años de la muerte del renovador de la música rioplatense. Sí bien la película parte de una historia de amistad particular entre Piazzolla y el representante exiliado de músicos, José Pons y su mujer Jacqueline, el relato termina por convertirse en el claro testimonio de una etapa oscura de nuestro país al inevitablemente hablar del autoexilio.
Rodrigo Vila es uno de los realizadores que mejor ha comprendido, y de una manera acabada, el rol de la cultura popular en la idiosincrasia de los argentinos como determinante de estereotipos y tipos. Aún dejando de lado los estereotipos, lo importante, es que en sus trabajos es la pasión y el respeto por aquello que está siendo analizado por él como clave y meta, como impulsora del relato y como análisis de la misma.
Si en sus últimas dos películas trabajó con los mitos de Mercedes Sosa y Boca Juniors en este punto Piazzolla permite unificar su pasión por las figuras populares y su deleite al trabajar con una figura que en su momento fue vapuleada y criticada por la misma prensa que hoy en día lo extraña y lo pone en un pedestal.
El archivo de imágenes en Super 8, fotografías y entrevistas a viva voz permiten transitar de manera dinámica las posibilidades que la figura de Piazzolla y también la de Pons constituyen en sí mismas. Los encuentros y las charlas las celebraciones y la distancia, el tiempo como fundador de sentido y eliminador de cualquier reticencia, son sólo algunas cuestiones que una película como ““Tango en París. Recuerdos de Astor Piazzolla” dispara.
Manejar hábilmente el relato dosificando números musicales e imágenes del archivo personal de la familia Pons, para avanzar en la descripción minuciosa de Piazzolla y su vida particular en ese momento histórico.
La vida entre Buenos Aires y París, Paris como lugar ideal para estar, mientras que Buenos Aires será el lugar qué rechazara su figura y Europa presentada como la posibilidad de avanzar y sentir.
A pesar de algunos lugares comunes y sobrecarga de archivo, Vila profundiza su faceta documental de una manera hábil e ingeniosa proponiendo un viaje al pasado para repensar este mito del tango y su influencia actual. 25 años no es nada, y mucho menos para un hombre que supo hacer de su pasión un oficio, y dentro de ese oficio, su continua búsqueda, un camino que el director también está propuesto a hacer, y, lógicamente, también el espectador.
“Tango en París. Recuerdos de Astor Piazzolla” es una película para los fanáticos, para los que alguna vez se emocionaron con la música de Piazzolla, y, principalmente, es una película para analizar, de manera tangencial, qué hacemos con nuestros mitos fundantes luego de su muerte.