La cineasta Gabriela Aparici estrena Tango Suomi, su primer largometraje coproducido con Finlandia. En su documental investiga el universo del tango y cómo logró sumergirse en la cultura finlandesa.
En Finlandia, luego de la Segunda Guerra Mundial, el tango se convirtió en una manera de interpretar la pena y la pérdida. Al igual que en el Río de la Plata, las letras finlandesas captan el aire melancólico de añorar un pasado que ya no volverá. Y es a partir de estas melodías y acordes que encontraron un perfecto medio de expresión para canalizar el clima de posguerra. Uno de sus principales exponentes fue el compositor Unto Mononen, su pieza más famosa “Satumaa”, se consagró como arquetipo del tango en su país.
El tango puede ser finlandés. Desde esa premisa, Aparici plantea una investigación que inició a partir de sus viajes a Finlandia en el 2010. Su principal motivación es reflejar cómo a pesar de los miles de kilómetros de distancia con Argentina, ambos países comparten el mismo vínculo y sentimiento por el género musical.
El documental propone un acercamiento a los dos tangos, tanto el argentino como el finlandés, y cómo sus músicas se cruzan con diferentes ritmos y bailes. Desde sus diferencias técnicas los une el sentimiento nostálgico de añorar otro lugar y otro tiempo. El análisis entre ambos se aprecia en las entrevistas a diversos músicos finlandeses como M. A. Numminen y Pertti Mustonen, quienes explican que el tango es considerado como patrimonio nacional.
El documental filmado en los dos países logra hacer un balance entre los diversos paisajes y también reinterpreta las características de ambas sociedades. A medida que avanza se observa la evolución que tuvo este género en el país europeo y cómo actualmente se resignifica la práctica de la danza y la música a través de viejas y nuevas composiciones. Sin abandonar nunca la inspiración que les brindó el gran tango rioplatense.