Todd Field es un actor devenido director que pasó 16 años sin filmar, luego de dos films que no estaban nada mal: In the Bedroom y Little Children.
Si bien a Todd algunos lo recordarán por su interpretación del pianista que introducía a Tom Cruise en la sociedad secreta de Ojos bien cerrados de Kubrick, es su veta tras la cámara la que más prestigio le valió, y ahora Tár, considero, será el film que lo consagrará definitivamente en este rol.
Cate Blanchett no solo es productora ejecutiva de este drama sino que también se reservó el lugar del personaje principal que es Lydia Tár, una famosa compositora y conductora de un ensemble orquestal. Los primeros minutos de metraje intentan presentar a Tár mediante el detalle exacerbado de su currículum vitae a través de una entrevista con el (real) periodista de The New Yorker, Adam Gopnik. Esa presentación pone al espectador en el lugar de dudar -si no leyó previamente algo del film- sobre si Lydia es un personaje real, cosa que informamos, no lo es.
El film intenta transitar varios aspectos de la vida de la artista sin caer en una biopic. Por el contrario, lo que hace es construir un personaje siniestro y políticamente incorrecto para los tiempos que corren. Su relación sentimental con la primera violinista del ensemble (Nina Hoss), sus flirts y su eventual abuso y uso de poder sobre los integrantes de su orquesta conducen la trama hacia un lugar que es esperable y desconcierta. Tár también tiene una hija, único nexo en el que puede demostrar algún atisbo de sensibilidad.
Transcurrida la demoledora presentación de las aptitudes y actitudes de Tár, el film intenta indagar sobre cuestiones actuales: la cancelación, la utilización de smartphones para realizar filmaciones a modo de escrache de una personalidad públicamente conocida y el uso de redes sociales para concretar una acción puntual de repudio sobre cualquier persona.
A posteriori Tár enfrenta una deconstrucción de su personaje terriblemente egoísta luego de que una “protegida” alumna decidiera quitarse la vida. Salen a luz otros casos y se forma una bola de nieve de la que es clave el comportamiento tomado por Tár.
El “rise and fall” propio de la épica permite ver, una vez más, el costado negrísimo y egoísta de Tár pero también, a la vez, su genio; cuestión que da pie al interrogante de factura actual consistente en determinar si es posible separar la obra del autor.