Tarzán

Crítica de Javier Porta Fouz - La Nación

Hay afirmaciones que con frecuencia son falsas. Una de ellas es "esta película de animación no tiene nada que envidiarle a Hollywood". Y aquí estamos frente a esta Tarzán de producción alemana. Tarzán otra vez, uno de los personajes más adaptados en el cine, en series, en animación, en no animación (live action, que le dicen), con Christopher Lambert y sin Christopher Lambert, etc. Hasta en una versión animada de Disney en 1999, con lo cual las comparaciones están cerca. Esta propuesta alemana tiene la particularidad de ser 3D (nada destacable en ese aspecto) y dice ser la primera Tarzán hecha con la técnica de "captura de movimientos", dato que es apenas relevante a la hora de sentarse a ver la película.

Uno ve esta Tarzán y está seguro de que alguien dijo: "No tiene nada que envidiarle a Hollywood", porque es de esas que intenta ser como Hollywood. Y, lamentablemente, se nota en algunos momentos el "quiero pero no puedo": para dotar de fluidez a los rostros, para hacer que el agua parezca agua y no que los personajes están nadando en el aire. No es necesario jugar a imitar a Hollywood para hacer animación excelente: ahí está el ejemplo uruguayo-colombiano de Anina. Pero aquí se optó por el molde Hollywood, o por lo menos por lo que la gente que produjo esta película entiende por eso: música fuerte y "grandiosa", apuntes cómicos que se los reconoce más de lo que los disfruta, un poco de crueldad para que después la venganza sea más dulce (es decir, lo menos interesante de Hollywood). Hay algunas dosis de bienvenido movimiento visual, pero cuando Tarzán tiene que montar las imágenes, armar las secuencias y disponerlas en orden es cuando más se nota que el Hollywood buscado no está bien aprendido (tanto es así que se necesita una voz en off que suena más a parche narrativo que a otra cosa).

A pesar de todo esto, la película logra sostener algo de ritmo y generar cierto interés por el destino del protagonista y su familia de monos. O quizá sea el atractivo que provee una historia que ha probado cientos veces su potencia, incluso a pesar de este aggiornamiento ecológico torpemente "avataresco" con meteoritos y dinosaurios, y la codicia del urbano malo frente al corazón noble del buen salvaje.

Los monos y gorilas -siempre buenos actores- y los ojos y la actitud corporal de Jane (que en un par de momentos parece querer comérselo a besos a Tarzán) son otros módicos atractivos entre tanto fallido intento de imitación.