Cuando me enteré que Disney había cedido los derechos del clásico Tarzán, me llamó la atención ya que fue un hit en la taquilla de los 90 y me parecía raro que aquel estudio no intentará una remake en este tiempo. Constantin Films, con base en Alemania, tomó el desafío e intentó mantener la esencia de la tradición en el personaje creado por Edgar Rice Burroughs, pero intentó innovar en dos puntos: un giro en la trama, más ecologista (con cierto enfoque estilo "Avatar" me atrevería a decir) y generar no un dibujo 2D, sino una animación más arriesgada y menos formal.
El elegido fue Reinhard Klooss, un hombre de experiencia que ya lleva un recorrido importante en la industria. La incógnita era cómo el público nuevo reaccionaría frente a un ícono del cine del siglo pasado (recordamos muchas versiones interesantes, además de la consabida serie que nos conmovió hacia los 70).
Era fundamental, tal vez, que el guión pudiera canalizar esos cambios.
La historia se inicia con una expedición de Greystoke Enterprises en busca de los restos de un meteorito que hace miles de años cayó sobre la tierra, modificando la tierra y sus condiciones de vida.
Una cuestión familiar ¿no?. Tarzán, siendo un niño (ya él se autodenomina así incluso siendo parte del mundo de los humanos en su niñez), acompaña a sus padres a la arriesgada misión, sin entender cuál es el motivo de tanto interés de su padre. Hay una misteriosa fuente de energía allí y un oscuro secreto queda expuesto con la presencia del equipo de investigadores.
Pero algo sale mal y la nave donde la familia viajaba se desploma en el aire, con la muerte de todos los pasajeros excepto la del niño quien sobrevive a la caída. Tarzán es "adoptado" por una simia que había perdido a su pareja y su hijo y vive su latencia en ese espacio. Desarrolla grandes habilidades para los desplazamientos con lianas, se mueve como un simio y es rápido y letal con su cuchillo.
Vive en armonía entre los monos hasta que conoce a Jane. Ella visitará el lugar con su padre (que es un ambientalista que quiere salvaguardar la fauna y flora de tamaño espacio) y quedará prendada del rey de los monos (ya verán porqué lo definimos así), iniciando una relación que con el correr de los años tendrá un giro dramático, que mejor no hay que anticipar.
Ustedes ya conocen mucho de lo que van a ver.
La animación es más que aceptable en los ambientes y el bosque frondoso, pero menos, quienes fueron esquematizados sin mucho detalle. Las tomas aéres podrían haber sido más impresionantes y sólo están para justificar el 3D como formato. Faltó imaginación y lo estético podría estar más pulido, sin dudas.
En lo que tiene que ver con la realización dramática, está lejos de conmover. No hay mucho para emocionarse, incluso en escenas donde la emoción debería ganar a la audiencia, como las luchas, caídas por cataratas y demás.
Los chicos, por otra parte, la tienen difícil. Si son peques (un clásico de este tiempo) de menos de 7 años, la peli se les hace cuesta arriba por la complejidad del conflicto. El resto de las edades puede pasarla bien con esta realización de neto corte pro-ambientalista y verde. Eso si, no sorprende ni maravilla. Está a años luz de su predecedora. Sólo elegirla si hay curiosidad sobre cómo Tarzán podría funcionar, en el mundo en que vivimos (que les digo, poco, no es).