La historia de Juan Carlos “Tata” Cedrón y del Cuarteto que lleva su apellido es la de un grupo musical que renovó el tango, pero también una forma de acercarse a la experiencia de toda una generación de músicos, intelectuales y artistas locales. Será por eso que, después de entrevistar a Cedrón para un programa de televisión, el director Fernando Pérez empezó a imaginar una película entera sobre el Cuarteto y sobre el regreso de Cedrón a la Argentina luego de 30 años de exilio en Francia. A Cedrón le pareció que era importante mostrar al Cuarteto y aceptó la propuesta. Y después de tres años de rodaje en Buenos Aires y en varios países de Europa, el jueves 1 finalmente se estrena en las salas el documental Tata Cedrón. El regreso de Juancito Caminador.
Cedrón recibió a El Guardián en su casa de Villa del Parque para conversar sobre el documental. La historia en cuestión empieza en la prodigiosa década del sesenta. En el 64, Cedrón fundó el trío que luego devendría cuarteto y editó el disco Madrugada, en el que le puso música a los poemas de Juan Gelman. Era el comienzo de una relación novedosa y fructífera entre tango y poesía. A lo largo de casi cinco décadas, el cantante, guitarrista y compositor musicalizó poemas de Raúl González Tuñón, Julio Huasi y Homero Manzi, entre otros, que no habían sido escritas para ser canción. En 1974 el Cuarteto se fue de gira a París. Como explica Miguel Praino -uno de los miembros fundadores del Cuarteto- en una escena del documental, cuando llegaron a Francia lo músicos creían que se quedarían allí un rato, hasta que acá se calmara un poco la situación política. Pero como la situación no hizo más que empeorar, se instalaron allí, y se quedaron tocando tangos por toda Europa durante 30 años. Hasta que en 2004 Cedrón decidió volver.
El documental de Pérez es una crónica personal de ese regreso. Noventa minutos en los que la cámara acompaña a Cedrón y evoca, a través de imágenes de shows en vivo, anécdotas y recorridos por la ciudad, la historia del protagonista. “Había que mostrar el Cuarteto porque es poesía, es música, y me gustaba la idea del Juancito Caminador, de contar por qué volví a Argentina después de 30 años en Francia. A nosotros nunca nos gustó decir exilio. Nos fuimos porque si no nos mataban aquí, pero nunca especulamos con eso. Lo interesante de la película es que cuenta la historia de un grupo que estuvo 30 años fuera del país y conserva su identidad, su estilo; un grupo que tiene un discurso coherente con el discurso que tenía en los 60. Sociológicamente hablando me parecía importante contarlo”, explica Cedrón, que este año también vio su historia plasmada en Tango y quimera, un libro sobre la historia del Cuarteto escrito por la socióloga chilena –y esposa de Cedrón- Antonia García Castro.
La música de la película es, por supuesto, del Cuarteto y vale la pena disfrutarla en una sala de cine. Cedrón cuenta que al principio quería que la película incluyera seis temas completos del Cuarteto. “Le dije a Fernando poné seis temas del Cuarteto y preguntame lo que quieras. Pero después me di cuenta de que no se podía hacer eso, y entonces hay pedazos de temas muy lindos. Los elegimos juntos, yo fui el veedor, hubo un trabajo conjunto. Él respeto mis dudas, mis deseos y mi punto de vista”, señala.
El documental empieza en París, pero luego se concentra en Buenos Aires. Cómodo y divertido frente a la cámara, Cedrón recorre la ciudad y visita lugares emblemáticos de su historia personal: el barrio de Saavedra donde pasó su infancia, el terreno vacío de la calle Olavarría en donde solía estar su casa en La Boca; el Taller de Garibaldi, el galpón cultural que creó con sus hermanos en 1972. Porque Tata no es el único Cedrón. Junto con sus hermanos Alberto, Jorge, Osvaldo, Roberto y Rosita formaban un verdadero clan de artistas que Julio Cortázar retrató en el cuento “Un tal Lucas”. Su hermano Alberto, pintor, fue el responsable de las tapas de varios discos del Cuarteto. Y Tata colaboró con su hermano Jorge, cineasta, componiendo la banda sonora de varias de sus películas, entre ellas la de la adaptación cinematográfica de Operación masacre (1972). Esa comunión artística entre los hermanos Cedrón es uno de los tantos temas que aparecen en el libro y en la película. “En el libro se ve muy bien que hay toda una línea plástica: las tapas la hicieron mis hermanos y hay una unidad de tapas con pintura. Y todo eso me pareció extraordinario contarlo en la película”, comenta Cedrón mientras muestra orgulloso la tapa original del disco Madrugada.
Otro de los lugares evocados por Cedrón es el famoso café concert Gotán, un espacio creado a pulmón que enseguida se convirtió en punto de referencia e inspiración para toda una generación de artistas e intelectuales, donde tocaron grandes nombres del tango como Eduardo Rovira o Astor Piazzolla. Sobre Gotán, Cedrón cuenta que cuando abrieron no tenían un peso. “Tuvimos que pedirle al primer cliente los 150 pesos de la entrada adelantados y fuimos a comprar una botella de whisky. No había nada, los vasos eran del boliche anterior pero bebidas, nada. No habíamos comprado porque no teníamos guita”, recuerda.
Entre los testimonios de la película están los del cantaor Enrique Morente, fallecido hace un año, el de Eduardo Makaroff, alumno de Cedrón y creador de Gotán Project, y los de los integrantes actuales del Cuarteto (Miguel Praino en viola, Román Cedrón en contrabajo y Miguel Ángel López en bandoneón). Con el regreso de Cedrón, el Cuarteto quedó geográficamente dividido, pero sigue activo. “Hay dos en Francia y dos acá y se produce igual. Acabamos de tocar en Francia dos meses, y después ellos vienen para acá uno o dos meses y se vuelven. Como dice mi hijo (Román) en la película, ‘es difícil porque el Tata se fue, pero como hay tanta obra…’. Hay mucha obra trabajada. Igual cada vez que vamos ensayamos tres o cuatro temas nuevos, pero no todo un repertorio”, explica Cedrón. Mientras tanto, él y el bandoneonista del grupo se dan el gusto y se presentan solos en el Espacio Ecléctico (los sábados 3 y 10 de diciembre).
Después de París, Saavedra y La Boca, el documental recala en Villa del Parque, donde se mudó el Tata para escapar del ruido de su querido Boedo. Y la llegada de Cedrón a Villa del Parque no pasó desapercibida. A poco de mudarse, ya había armado en el barrio un proyecto de lo más original: las célebres presentaciones en la verdulería de Alvarez Jonte. Cedrón cuenta: “Un día paso a tres cuadras de acá por una verdulería, el tipo me saluda, charlamos. Después me mude y el muchacho, que es pintor, me dijo de hacer unos choripanes el 9 de julio en la vereda. Y yo dije ‘bueno, hagamos unos choripanes, yo traigo la viola’, y él trajo los cuadros para hacer una exposición acá, con las verduras”. Y así surgió lo de la verdulería, que se repite cada tanto, en algunos feriados, y convoca a buena parte del barrio. “Yo invité a alguna gente amiga que canta (como Lidia Borda, por ejemplo) y ahí empecé o a largar mensajes de que no queremos promocionar esto, no queremos poner sonido, queremos que sea acústico y que la gente lo descubra, no decir ‘vení a verme’, que descubran la belleza donde hay buena música. Hubo gente que pasaba y se bajó del colectivo para ver. Es una cosa espontánea”.
La espontaneidad de Cedrón, hombre de barrio, marca tanto la entrevista con El Guardián como casi todas las escenas del documental, como aquella del almacén de La Boca. Cedrón recorre el barrio, recuerda los viejos tiempos y en un momento entra a un almacén que solía frecuentar. Casi naturalmente empieza a hablar con el dueño y con otro señor sobre la gente que solía vivir en el barrio, pero se choca con la opiniones intolerantes y racistas de uno de ellos, que termina por añorar a Cacciatore. Ante semejante despropósito, Cedrón, que ha sido siempre un militante, se planta y da la discusión. “Yo soy así siempre, a veces puteo. Fue muy espontáneo porque empezó a decir barbaridades y ni pensé que estaban filmando: me tire contra el tipo. Empezó que los chilenos, que los bolivianos y cuando dijo lo de Cacciatore me volví loco. Yo soy así, enseguida me prendo, puteo, soy peronista de antes”, dice Cedrón.
Y no sólo de antes. Cedrón, que tuvo que dejar el país por razones políticas y cuyo hermano Jorge fue asesinado en París también por razones políticas, está contentísimo con el gobierno de Cristina Kirchner. “Es extraordinario lo que está pasando. Ahora la juventud está militando de otra manera, es muy sano, muy positivo, hay jóvenes que están queriendo participar, aportar. Nosotros antes queríamos justicia social, queríamos que la gente viva bien, que no se entregue el país y ellos ahora también”.
Tan entusiasmado está con el ciclo político que comenzó en 2003 que señala que ésa fue una de las razones del regreso. “Acá la gente es macanuda, es mi lenguaje, mi manera de hablar, me comunico de otra manera. En Europa son muy cartesianos, muy occidentalistas, el único modelo es el de ellos. La crisis que están pasando es por eso, porque se creen que son los únicos que tienen la verdad y están encerrados en Occidente. Pero también volví por lo que estaba pasando acá en 2004 con Kirchner, que me pareció extraordinario. Yo quise venir a traer lo mío, a mostrar que había otros sonidos, que nosotros veníamos de ultratumba. Es mucho 30 años para los jóvenes. Nosotros nos fuimos en el 74. El que nació ése año o en el 80 o se crió con los milicos no conoció al Cuarteto. Fue duro”.