Las mil y una vidas del Tata
Un notable documental.
La verdulería de Jonte y Cuenca, allá en Villa del Parque, en una esquina transitada que de tanto en tanto es interrumpida por la guitarra del Tata Cedrón y amigos que se suman entre vasos de vino, choripanes y zapallitos a la venta. Boedo, La Boca, Saavedra. El Tata recorre Buenos Aires y cuenta historias: se explaya, se enfervoriza, cruza nostalgia con la necesidad de transmitir que esa sensación puede ser recuperada. Y suena su música, los poemas musicalizados, sus interpretaciones solistas, acompañado por bandoneón o junto al Cuarteto con el que empezó a construir un universo musical a mediados de los ’60, universo que con alteraciones, pérdidas, exilios y distancias, continúa hoy.
Tata Cedrón...
es una biografía del músico tan expansiva, desorganizada y carismática como su protagonista, que puede pasar de pelearse con un vecino troglodita a compartir la mesa con Leopoldo Federico y Horacio Salgán. Lo muestra con su “alumno” Eduardo Makaroff (Gotán Project), a quien se cruza a orillas del Sena, recorriendo estaciones europeas, haciéndose un tatuaje (“una flor, un barco y un nombre: Rosita”) y tocando aquí, allá y en todas partes.
La historia de los Cedrón excede el marco de esta crítica. Juan, creador del Trío Cedrón, luego convertido en Cuarteto, se exilió en 1974 y estuvo en Francia hasta 2004, año en el que decidió volver acá. Con archivo de diferentes épocas (y soportes), Pérez construye una autobiografía impresionista, que se deja llevar por los relatos de Cedrón, sus recuerdos del Gotán, sus noches con “amigos” (Tuñón, Gelman, Piazzolla, Mercedes Sosa, Rovira y así…), su visita a la tumba de su hermano Jorge (el cineasta asesinado en París en 1980) y la emotiva ceremonia en la que fue declarado ciudadano ilustre.
Cedrón no empuja la emoción. La encuentra en la falta de afectación de sus relatos, en la forma de presentarse en el escenario, en la fuerza vital que transmite. Es un gran documento de un artista vital, de un tipo de barrio, alguien que devuelve a la música a la gente.