El nuevo film del realizador argentino Alberto Lecchi (El Dedo en la Llaga, 1996) construye un vínculo entre varios personajes españoles y argentinos a partir de la figura de un revolucionario catalán asesinado durante la última dictadura cívico militar en Argentina tras participar de diversos alzamientos insurgentes alrededor del mundo.
El hallazgo de los restos de Miguel Creu y su esposa Esther en una fosa común en Buenos Aires por parte de un equipo de antropología forense en las investigaciones recientes sobre los crímenes de lesa humanidad cometidos por los militares y sus cómplices civiles sacuden los recuerdos apartados de su hijo Ariel (Dario Grandinetti) y la admiración del hijo de este, Federico (Juan Grandinetti), pero también movilizan el interés y la curiosidad de Juan Benítez (Juan Echanove), un exitoso escritor español que investiga y escribe sobre un personaje revolucionario basado en las vivencias de Miguel Creu. El descubrimiento de los restos y el juicio al responsable militar que lo ejecutó lo llevan a viajar a Buenos Aires junto a su novia ayudante (Blanca Jara) para completar su investigación y escritor el tercer tomo de la biografía de este extraordinario revolucionario del Siglo XX que parece competir con la figura de Ernesto Guevara. Mientras que Federico se emociona con el agradecimiento y el cariño de los movimientos revolucionarios que quieren despedir a su abuelo, Ariel se enfrenta a cuestiones del pasado que busca olvidar mientras construye su obra magna, una iglesia, lo que además desata ciertas contradicciones con su ateísmo y su amistad con un cura progresista con llegada a las altas esferas de la Curia católica.
El complejo relato escrito por el propio Lecchi junto al guionista Daniel García Molt (Una Estrella y Dos Cafés, 2006) comienza durante la guerra civil española para continuar en la época actual trazando las secuelas del heroísmo revolucionario de Miguel Creu en la vida de sus familiares. La construcción del mito revolucionario y la historia se conectan con la investigación de una fiscal de los crímenes de lesa humanidad de un coronel interpretado por Hugo Arana. El guión retrata muy bien diversas cuestiones como la desprotección de los testigos, el miedo a declarar por las amenazas, la impunidad y la falta de rigor que acompaña en general a todo proceso en nuestro país.
La dirección de actores, por el contrario, es muy pobre. Desaprovecha todas las interpretaciones, y le otorga una importancia desmedida a personajes anodinos al relato. La fotografía, además, utiliza primenos planos que exacerban esta cuestión en lugar de ocultarla; pero el problema principal es que finalmente la complejidad termina enmarañando y empantanando la historia para rematar el drama como un thriller de forma absolutamente innecesaria y con un pésimo resultado.
De esta manera, lo que parecía un buen film sobre la historia de un revolucionario excepcional, el recuerdo de dos generaciones de su figura, las contradicciones alrededor su vida y la recuperación de la idea de revolución y cambio social, se hunden en un marasmo debido a las fallas de un guión que a pesar de los pequeños errores se mantiene a flote hasta que cambia abruptamente de dirección para tirar todo por la borda en un capricho absurdo. Te Esperaré (2017) es así un film que se pierde en una complicación innecesaria debido a pequeños errores que se acumulan y un desenlace fallido de un relato con un gran potencial desperdiciado.