No quería creerlo, pero en la cartelera argentina es una locura que cada semana haya un "estreno de terror". La cantidad ingente de películas del género que se lanzan es apabullante, y su dudosa calidad le han dejado un regusto amargo, una mancha que es difícil que se le vaya pronto. Por eso es que el debut de It Follows se siente como un pilar fundamental en la historia reciente del cine de horror. Son tantos los fiascos que la rodean que el film de David Robert Mitchell sobresale entre la multitud y constituye una verdadera bocanada de aire fresco.
Te Sigue es una pesadilla real, y una con estilo si vamos al caso. Toda su construcción es un claro homenaje al cine de terror de los años '80, desde la estética hasta la maravillosa y ominosa música de fondo, cortesía del genial compositor Disasterpeace. Básicamente, es como si la inmortal Halloween de John Carpenter tuviese a un Michael Myers (casi) invisible y transmitido vía interacción sexual. Es una locura, un concepto escabroso y maravilloso al mismo tiempo. Es una fuerza sobrenatural que persigue constantemente y no se cansa nunca, no se detiene por nada. Hacía ratos que no veía un concepto tan agradable y fresco y -puedo exagerar un poco- desde Final Destination que no me sentía tan angustiado por un villano que aceche de tal manera.
La premisa es tan simple como aterradora, y poco a poco se va develando el misterio y la mitología detrás de este ente malévolo. Quizás no haya mucho que explicar, pero allá donde vaya Jay, la protagonista, ahí es donde va la cámara y, con ella, el espectador. No conocemos mucho, pero el misterio de no saber y tener apenas un atisbo a las reglas generales sobre cómo manejar la situación hace que la acción sea tan desesperante y angustiante. No ayuda tampoco que la inocencia e ingenuidad de la Jay de Maika Monroe transmita tanto, y que su problema se traslade tan bien al espectador hasta el punto de que su miseria sea la nuestra.
Quizás It Follows no sea una película de terror al ciento por ciento, sino mas bien un drama, un thriller sobrenatural, pero su densidad y su oscuridad son tan palpables que la convierten en una pesadilla hecha y derecha. Eso sí: no es un film convencional, sino un producto inteligente que no necesita sustos de cartón para calar hondo en la psiquis del espectador. Pero, por una vez en la vida, es satisfactorio saber que una película de género no se ríe del espectador, sino que lo hace partícipe de sus recovecos oscuros y lo premia con una historia astuta y memorable.