Huyendo de nuestros fantasmas.
El cine de terror suele ser el campo de experimentación de varios géneros cinematográficos. Las mismas características del horror como ensayo, y como indagación en nuestro subconsciente y nuestros miedos, permiten que surjan nuestras más terribles pesadillas como atávicos monstruos que nos acosan desde ese abismo insondable que es nuestra mente.
Te Sigue (2014), la segunda película del director y guionista David Robert Mitchell, es un film de terror psicológico en el que una joven es perseguida por un ente sobrenatural de transmisión sexual que adopta diferentes formas humanas para encontrar a sus víctimas y matarlas en un encuentro carnal. La joven debe escapar de la criatura para sobrevivir y tener relaciones sexuales con alguien para supuestamente lograr que la entidad sobrenatural que la persigue vaya en busca de su eventual pareja y así reproducir el círculo de asechanza. Con pocos recursos y un elenco muy joven en el que se destaca la protagonista Maika Monroe, el director propone una obra inteligente en la que en lugar de efectos especiales y de sonido, tenemos espacios cerrados, el terror a lo extraño e incomprensible y una cámara que mira a la oscuridad y la imposibilidad de creer en aquello que no puede ser constatado por los sentidos.
Mezclando las melodías de las típicas bandas de terror de los años setenta con instrumentos electrónicos, el compositor norteamericano Rich Vreeland (bajo su nombre artístico Disasterpeace), logra combinar sonidos de ultratumba a partir de teclados y percusión para generar una atmósfera de desasosiego que inunda a los personajes de un sentimiento de impotencia ante algo ininteligible que solo tiene un propósito. Cada escena está construida con un gran cuidado estético para conseguir el máximo efecto a través de la contraposición de las profundidades de los planos, que van de una amplitud infinita hacia los detalles expresivos del terror, generando una sensación de persecución al borde de la esquizofrenia paranoide.
Te Sigue consigue así homenajear a lo mejor del terror de los años setenta y combinarlo con la renovación de los rasgos del horror psicológico actual, siguiendo los pasos de películas recientes como Under the Skin (2013) de Jonathan Glazer, para generar metáforas sobre las etapas de la vida, el fin de la adolescencia, el miedo actual a convertirse en adulto y la necesidad de tomar decisiones que afectan a las personas a nuestro alrededor.
También es destacable la labor de fotografía de Mike Gioulakis en la construcción de esta estética sobrenatural ancestral que se contrapone con la juventud en medio de las contradicciones de la vida suburbana norteamericana. Te Sigue sacude de esta manera al espectador desde lo simbólico y lo visual para llevarlo hasta los límites de las pesadillas sexuales adolescentes a través de la angustia, el pánico y el desamparo de los protagonistas, quienes deben comenzar a vivir en un mundo demasiado claustrofóbico y terrorífico para ser comprendido.