Ted Bundy fue un asesino serial muy famoso con gran presencia en los medios estadounidenses. Carlos Robledo Puch fue un criminal muy famoso con gran presencia en los medios argentinos. Sobre este último Luis Ortega dirigió El ángel, una película de notorio vuelo cinematográfico, potencia poética, pasión, inventiva y pulsión. Esas virtudes angélicas no están en esta película, una sucesión de hechos "recreados" expuestos con desidia, oportunismo, con férrea ausencia de suspenso como programa inviable, pretendida "complejidad" psicológica y apenas algún momento en el que la historia -más bien pedestre- se cuela con algo de tensión en la resolución policial, judicial y mediática en Florida.
La endeble construcción del punto de vista y de la confusa y hasta molesta estructura temporal probablemente tenga que ver con el basamento escrito (el libro de una expareja de Bundy), y la actuación intensamente imposible y con "escenas largas tipo tour de force" de Efron probablemente tenga que ver con su rol de productor.
Las torpezas en los encuadres y la banalidad general quizá provengan de algún zeitgeist vaporoso que quizá logremos identificar más adelante, luego de distraernos con el show sibilino de John Malkovich como juez, que entrega una actuación mejor que esta película, pero que, aislada y sin sentido de conjunto, tampoco la ayuda.