Extremadamente cruel, malvado y perverso
En la intimidad del hogar que comparte con su novia Liz (Lily Collins), Ted (Zac Efron) es un compañero cariñoso y atento, muy lejos de la imagen que pinta la policía al acusarlo de numerosos casos de asesinato, secuestro y violación.
Después de la primera detención donde es reconocido por la víctima, comienzan a caer pedidos desde otros distritos donde se han cometido crímenes similares, adjudicados a un hombre que se asemeja a la descripción de Ted. Liz se resiste a creer que el hombre que ama pueda ser capaz de los horrendos actos de los que está acusado.
Con la premisa de narrar la historia desde un punto de vista exterior, Ted Bundy: Durmiendo con el enemigo (Extremely Wicked, Shockingly Evil, and Vile) se basa en el libro escrito por la pareja del asesino donde relata sus vivencias del caso. Toma un punto de vista pocas veces explorado como es el de alguien cercano al asesino, quien además descree durante mucho tiempo de las acusaciones.
No era la única persona inicialmente escéptica. El caso logró tanta repercusión no solo por lo violentos que fueron los ataques: también en parte por el gran carisma que desplegaba el acusado cada vez que tenía la oportunidad de hablar en público para declamar por su inocencia.
Sin embargo, esta idea a primera vista interesante no se desarrolla por el camino que promete y sostiene siempre en el centro de la escena al asesino, sin profundizar mucho en los crímenes que comete pero tampoco en cómo afecta a su entorno todo el largo proceso judicial que fue transmitido por televisión y se convirtió en un espectáculo del que todos querían estar al tanto.
Con su largo historial de documentales a cuestas, el director Joe Berlinger (Book of Shadows: Blair Witch 2) no logra despegarse de la reconstrucción histórica a la que está acostumbrado, copiando literalmente varios documentos periodísticos para construir una película que no vá más allá de ser una recreación, sin mucho de lo que hablar más que mostrar una serie de situaciones.
Por momentos parece tener la voluntad de construir personajes e interesarse por lo que sucede en su interior, pero contradictoriamente al mismo tiempo se ata con rigidez a mostrar solo datos sacados de información periodística o policial. Todo ese extra que podría haberla convertido en una película con algo de contenido, queda apenas bocetado.
Aunque esté basado en hechos reales, se supone que el cine narrativo tiene algo más para contar por fuera de recrear fielmente una época o imitar personajes para lograr que se vean como los reales. Ted Bundy: Durmiendo con el enemigo se mantiene a caballo entre ficción y documental sin llegar a ser ninguno de los dos, ni proponer una tercera opción alternativa que conjugue lo mejor de ambos mundos.