Ted

Crítica de Fredy Friedlander - Leedor.com

Al fin una película de Hollywood original y con varios hallazgos

Cuando se repasan los títulos del cine norteamericano que llega a nuestras pantallas se observa un sello característico en la producción de Hollywood más reciente. La falta de originalidad, el abuso en la realización de “remakes” y nuevos capítulos que no parecen tener fin y la proliferación de muestras del género fantástico (terror, ciencia ficción, etc), films de animación y comedias “tontas” hacen al grueso de lo que suele exhibirse en las salas de cine últimamente.

Por ello debe saludarse el estreno de “Ted”, al apartarse de los géneros más usualmente frecuentados por la cinematografía del país del norte.

¿Quién es Ted?: apenas un oso de peluche que es ofrecido a John Bennett, cuando aún es un niño algo introvertido, como regalo de Navidad a los ocho años. Hasta allí nada novedoso hasta que un día John y familia serán sorprendidos al revelarse que el muñeco milagrosamente habla y se desplaza como cualquier otro ser vivo. El espectador deberá desde el inicio aceptar que en Boston, donde transcurre la historia, este fenómeno o milagro de la naturaleza ocurra y no sea objeto de estudio de las autoridades norteamericanas, que no lo capturarán privándolo de su libertad.

Transcurridas varias décadas reencontramos a John (Mark Wahlberg) y a Ted “adultos” y siempre juntos. El primero está ahora de novio con la bonita Lori (Mila Kunis de “El cine negro”). El oso conserva su tamaño pero lo que ha cambiado diametralmente es su comportamiento. Lo demuestra su predilección por las prostitutas y las drogas, estas últimas a menudo compartidas con su amigo del alma. He aquí el conflicto central del film, ante el cual se debate John al no lograr elegir entre su pareja femenina y su mascota.

Y pese a las reiteradas promesas a su novia, Ted siempre logrará atraerlo como en una escena, una de las más divertidas del film, en que John escapará de una recepción en casa del jefe de Lori. Al llegar a lo de Ted se encontrará con una fiesta donde uno de los invitados es el mismísimo Flash Gordon (Sam J. Jones), que demostrará su fuerza haciendo un boquete en casa de un vecino. Claro que lo que no esperaba era encontrar del otro lado de la pared a un oriental airado, especie de reencarnación del emperador Ming, con un amenazante pato en la mano.

Otra de las escenas más graciosas aunque algo violentas del film es la pelea entre John y Ted, donde el espectador asistirá maravillado a lo que la técnica puede lograr hoy en día.

Entre varios cameos uno será protagonizado por la hija de Ravi Shankar, Norah Jones, en un imponente recital al que Lori, separada de su novio, asistirá en compañía de su jefe seductor. La sorpresa vendrá durante la interpretación de la canción de Rita Coolidge del film “Octopussy”.

Hacia el final la trama adquirirá cierto dramatismo cuando Ted sea raptado por un padre (Giovanni Ribisi), ansioso de satisfacer el sueño de su obeso hijito de tener un oso parlante. Habrá una clásica persecución en auto hasta un enorme estadio y un final algo previsible pero refrescante.

La película abunda en imágenes no aptas para los niños y de hecho su visión está limitada a los mayores de dieciséis años. Cierta escatología, muy habitual en comedias del cine norteamericano, aparece también aquí así como escenas de sexo de tono subido pero todo bastante medido y justificado por la trama.

Lo que es notable es el nivel de la tecnología que hace de Ted un personaje más al que, en este caso no se le puede aplicar el famoso refrán que dice “sólo falta que hable” ya que lo hace y muy locuazmente. Quien le presta su voz es Seth MacFarlane (la serie “Family Guy”), el director debutante mientras que el relator no es otro que Patrick Stewart.

La banda sonora contiene varios éxitos de Queen y son muchas las referencias a otros films, personajes famosos (John Lennon, Susan Boyle, Sinnead O’Connor, etc) y una divertida parodia de “Fiebre de sábado a la noche”.