El Mejor Amigo del Oso
Seth MacFarlane ha cambiado la televisión estadounidense. El humor de MacFarlane, influenciado sin duda por Los Simpsons, pero mucho más cínico, ácido, crítico y políticamente incorrecto debía ser llevado al cine cuanto antes. Y para eso apareció Ted, una película que lleva el sello de uno de los autores más interesantes de los últimos diez años.
Lo primero que hay que decir es MacFarlane se mantiene fiel a una ideología política y una estética narrativa y temática. El traspaso de formato (televisión a cine, animación a personajes de carne y hueso) no han modificado el sello del realizador, sino al contrario, confirmar su status como tal. Aunque sea muy irreverente y provocador, MacFarlane es un defensor de los valores más básicos del ser humano. Cree en los modelos familiares y en la importancia de la amistad.
A pesar de que sus series parten de familias que representan lo peor de la sociedad estadounidense, ya sea por su falta de cultura, su snobismo, conservadurismo político y religioso, xenofobia, racismo, etc, también defiende esos modelos. En su mensaje crítico y satírico se filtra una moraleja a favor de aquellos valores e incluso se burla de las fobias liberales. En el lenguaje de MacFarlane existe un tono anarquista por defender cierto clasismo “capriano” pero al mismo tiempo desestabilizar el orden. Idealizar a personajes fofos, fascistas, energúmenos, permitiendo que sus contradicciones sean atractivas y empalicen con el espectador, en cierta manera. Además que las series cuentan con gran número de guiños a la cultura pop, la historia y el presente estadounidense, por lo cuál siempre es más divertido entender las referencias a nombres y personajes reales nombrados, o películas a las que satiriza.
MacFarlane es muy cinéfilo, ha consumido las series y películas de los 70 y 80. Ted es una obra ochentosa pura. Desde que se propone ser una suerte de fábula moderna con narrador incorporado (como Una Historia de Navidad, 1983) o citar más de una vez y con propósito de evolución narrativa, a Flash Gordon. Desde la música hasta la estética, la autoconciencia y referencialidad es inagotable.
Pero más allá de eso, es un cuento sobre la amistad. El humor escatológico (más zafado que el televisivo) se justifica desde la intención del director de tirar palos continuamente, pero también para hablar acerca de la madurez de dos amigos que deben enfrentarse a grandes cambios en su vida: casarse, conseguir un trabajo serie, vivir en forma independiente uno del otro. Porque Ted es humano, muy humano. De hecho, la voz de MacFarlane le agrega una verosimilitud y expresividad que por momentos no le dan Mark Wahlberg ni Mila Kunis, y eso que ambos se sienten muy cómodos con sus personajes, pero lo real, es que Ted es una gran personaje.
MacFarlane no descuida ninguna de las subtramas, especialmente, la familia que quiere adoptar a Ted cuando John decide separarse, nuevamente criticando la estupidez del estadounidense medio (gran interpretación de Giovanni Ribisi). Los lugares comunes de la estructura dramática son necesarios para profundizar la relación con los personajes, y al mismo tiempo para romper estereotipos dramáticos. Las reacciones de Ted y John son verosimiles en su contexto. MacFarlane, no exprime lo emotividad a menos que se quiera burlar de eso mismo. Nuevamente, la forma de encarar la autoconciencia no llega a convertir a Ted en una comedia estilo Y Donde Está el Piloto (a la que le roba una escena literalmente y meticulosamente, que a la vez es una sátira de otro clásico de los años ’70), pero tampoco adquiere el nivel de seriedad que presentan los productos de Apatow que también hablan sobre la inmadurez a los treinta y pico de años.
Aquellos que seguimos las series de MacFarlane vamos a encontrar en Ted a un Brian, a un Stewie, a un Roger, un personaje imposible de encontrar en la vida real, pero tiene comportamientos propios de cualquier ciudadano de clase media, vago, fiestero, cinéfilo y culto al mismo tiempo. Ted como todos los anteriores previamente es más ingenioso, moralista e inteligente que los humanos. La crítica a los que critican a los conservadores se presenta en la ironía del humor y el doble lenguaje que apela el creador. Incluso hay una autorreferencia, y numerosas citas a productos de los que el director es verdadero fanático (La Guerra de las Galaxias, Indiana Jones, ET).
El toque de MacFarlane al mismo tiempo está implícito en la creación de mundo de los personajes, de crearle un contexto a John, Ted y Lori (Kunis). Es fundamental mostrar la relación de cada uno con sus jefes, sus compañeros de trabajo, la crianza de cada uno en la forma de hablar. Todo aporta al relato. Incluso los flashbacks o fantasías incorporadas en la mitad de un diálogo (muy propio de Padre de Familia) ayudan a crear el universo de la historia, de que aún en su absurdo, lo que sucede dentro de la ficción (y ciencia ficción) sea creíble y no ridículo.
La narración es fluida, inteligente, entretenida, muy divertida, ácido, crítica y a su vez, sensible, Ted es una obra que va a trascender la comedia pendenciera y sirve de ejemplo claro para mostrar, que en un género bastante bastardeado, pero a la vez sobrestimado a veces (casos Apatow y NCA) hay autores que no se casan con nadie excepto con ellos mismos… y quizás con su oso de peluche.