La encantadora comedia documental de Brenda Taubin
La virtud del cine de hacer realidad los sueños es recuperada por este simpático documental que toma una historia mínima relacionada con Malvinas y la fusiona con los deseos de sus carismáticas protagonistas.
El cine invita a sumergirnos en mundos paralelos, ajenos e imaginarios. Pero pocas veces ese universo de fantasía es tan cercano a la realidad como en este film que, con un tono ameno y mucha pasión por sus personajes, logra que ingresemos en la vida de las tres protagonistas y compartamos con ellas su cálido viaje.
Telma tiene 77 años y con sus dos amigas van al cine a menudo aprovechando un programa para jubilados. Durante la guerra de Malvinas su hija Lili intercambió cartas con un soldado apodado 'El tano', un joven del cual no supieron más nada. Imaginar su vida, su forma física, sus sueños y sufrimiento en el campo de batalla, moviliza a las tres mujeres a conocer su paradero junto a la directora del documental.
Sin embargo Telma, el cine y el soldado (2022) no se queda con la anécdota ni el misterio alrededor del ex combatiente, sino que da un paso más en el poder de evocación del cine para enriquecer, obnubilar e idealizar los recuerdos. La fábrica de los sueños se pone en marcha, esta vez por Telma y sus amigas, para dar con el hombre en cuestión. Realidad y fantasía se fusionan gratamente.
La ópera prima de Brenda Taubin se aleja de los trágicos documentales sobre la guerra de Malvinas sin dejar de lado la memoria a recuperar como tema principal. La carta es el MacGuffin de una película que se centra en sus personajes, los enaltece en sus virtudes y en sus defectos, convirtiendo el paso del tiempo en formas encantadoras, con colores, vestimentas y puestas en escena artificiales.
No hay nostalgia ni melancolía, sino mucho ingenio para trasmitir el placer por el encuentro, por disfrutar el momento, por ingresar a un mundo fantástico, como solo el cine puede lograr.