Las jubiladas también pueden ser detectives
La película documental de Brenda Taubin funciona mejor en los momentos de comedia bizarra que en las secuencias dramáticas. Un análisis con lo mejor y lo peor de Telma, el cine y el soldado.
El deseo de Telma es tan fantástico como el placer que le genera ir a ver películas con sus amigas. Ella, una mujer de 77 años con dificultades para moverse, ansía reunir a su hija Lili con su primer amor, un soldado de Malvinas con el que se carteó durante el conflicto bélico. Telma, el cine y el soldado, documental de Brenda Taubin, propone un recorrido lineal -con algunos valiosos flashbacks con archivo de la época- por el proceso de búsqueda hasta llegar al gran encuentro, instancia no tan emocionante en pantalla como se anticipaba.
Telma es una mujer obstinada que no piensa en renunciar a su tarea, aunque eso le provoca algunos roces familiares (una hija que no aprueba del todo la travesía y un yerno celoso) y trabas en el camino, como lo son el uso de nuevas tecnologías para dar con el paradero del excombatiente Ernesto Antonio Gulla, el "Tano". Sobre él se teje una red de fantasías y cariño sincero por la conexión que sienten Telma y su hija. Son tan dulces y tiernas las proyecciones e imágenes que se hacen estas mujeres, que uno como espectador quiere que les vaya bien. Y aunque la alegría llega durante el clímax, este crítico sintió desolación durante el climax y cierto desencanto.
El momento final, donde se cumple la ilusión de la familia de encontrar el rostro que escribió las poderosas cartas, no tiene el matiz emocionante anticipado. Al menos lo que deja ver el documental muestra que el "Tano" no maneja el mismo nivel de entusiasmo que Telma y sus amigas. Esa epicidad dulce que Brenda Taubin logra construir en el relato -en base a una pintoresca historia, de esas que no abundan- no se mantiene durante las escenas finales.
Lo que sí es realmente para disfrutar es el buen pulso para la comicidad que tiene Telma, el cine y el soldado (la directora no escatima en secuencias melosas de ternura y humor blanco). Es un cuento bizarro con final feliz.