Denso y sostenido entramado dramático en el entorno familiar
La contraposición de dos mundos tan disímiles, uno es el de Nahuel (Lautaro Bettoni), un adolescente que vive con su padrastro Bautista (Boy Olmi) en una confortable casa de Buenos Aires, va a un colegio privado y juega al rugby, pero tiene un carácter irascible, y el otro, el de Ernesto (Germán Palacios), que vive en una modesta propiedad en las afueras de San Martín de los Andes, junto a su segunda mujer y sus hijas, son en realidad un puente que une y aleja a la vez la vida de ellos.
El film dirigido por Natalia Garagiola, rodado casi en su totalidad en el sur argentino, nos adentra en la relación tan particular de estos dos personajes, porque son padre e hijo, pero Ernesto es un progenitor ausente ya que abandonó a Nahuel cuando era muy chico y con quien desde entonces prácticamente no mantuvieron ningún vínculo.
Un día el chico viaja a ver, e instalarse con su padre, en contra de su voluntad, y la relación familiar que nunca fue buena no transitará por un lecho de rosas. Desde el primer momento chocarán. Ernesto es un guía de caza muy riguroso, metódico, para nada afectuoso. No es, ni le interesa ser, simpático o amable. Tal vez su pasado o la rigurosidad del clima invernal le modelaron el carácter. Es un referente y una fuente de consulta para sus pares, ámbito en el que mejor se desenvuelve. Nahuel arriba al pueblo peleado con la vida. Hay algo que lo tiene mal, a disgusto, y no tiene empacho en demostrárselo a su padre desde el mismo momento del reencuentro La misión de reconstruir el nexo entre ambos es el argumento principal de la película. El resultado dependerá de ellos, que no tienen demasiada voluntad en modificarlo, y cada vez que están cara a cara la tensión aumenta
La directora realiza un relato vertiginoso de la historia, la superficial, la visible, pero hay otra oculta que la lleva de a poco, con un guión preciso, sólido, para correrle el velo a la intriga de saber porqué son y actúan así los personajes principales.
La sucesión de escenas conflictivas acentúan cada vez más la rebeldía del chico, porque no aprecia a su padre, ni se halla a sí mismo. Se siente incómodo y lo demuestra. Es un volcán en erupción.
La narración se sustenta en la intriga y las dudas que generan las actitudes de ambos, el manejo de los climas, miradas y silencios, dicen mucho más de lo que expresan dialogando, porque lo no dicho y las acciones son más importantes y fuertes que el sentimentalismo.
Con todos estos elementos nos preguntamos: ¿alguno aflojará y dejará el orgullo de lado? ¿Nahuel abandonará el resentimiento y la furia que tiene para adaptarse a un nuevo estilo de vida? Son incógnitas que se van a ir resolviendo, pero para eso hay que tener paciencia y estar atentos cual cazador que espera a su presa con sigilo.