Escrita y dirigida por Natalia Garagiola, Temporada de caza es su ópera prima y con ella viene de ganar el Premio del Público en el Festival de Venecia.
Nahuel es un adolescente como todos, sintiendo mil cosas y en la incertidumbre de tantas otras. Además se le acaba de morir su madre y eso magnifica todo ese cúmulo de sensaciones. No llora, pero esa angustia y bronca la termina manifestando a través de actitudes violentas, no siempre desde lo físico.
Con el marido de su madre no termina de conectarse y se ve obligado a irse a vivir con su padre, a quien no ve desde hace muchos años. Instalado en la fría y desolada San Martín de los Andes, su padre es cazador y tiene su propia familia, su vida armada allí, donde Nahuel irrumpe con su personalidad hostil. Porque Nahuel no quiere ir. Y una vez allá no quiere quedarse. Pero no le queda otra, todavía es menor, todavía no es el adulto responsable de sus propias decisiones.
Garagiola retrata esta historia, esta especie de coming of age de una manera austera, prevaleciendo las imágenes por sobre los diálogos, escasos. Esto también le cede mucho lugar a las interpretaciones, con un interesante y eficaz trío actoral. Lautaro Bettoni (en su debut cinematográfico) logra componer a su Nahuel a través de esas expresiones contenidas, hasta que explota, hasta que necesita explotar. Germán Palacios como el padre de esa familia numerosa y unida y tan ajeno al hijo que vuelve a ver tras tantos años. Un hombre que no siempre sabe cómo actuar pero no lo demuestra, irradia seguridad y no va a permitir que ciertas actitudes caprichosas lo manipulen; él también parece estar siendo forzado a recomponer esa relación. Y Boy Olmi como ese hombre al que se le muere la mujer e intenta ver cómo seguir, también con ese muchacho que es como un hijo para él.
Mientras tanto Nahuel intenta ser un adolescente normal en este nuevo entorno. Salir con otros jóvenes, coquetear con una de las chicas, beber y escuchar música mientras hablan de la posibilidad de irse en algún momento de ese lugar.
El marco de San Martín de los Andes, ese entorno entre salvaje y natural, le sienta a la perfección a esta película donde la caza termina convirtiéndose en algo más que una metáfora. Por un lado, es donde padre e hijo por fin pueden encontrarse; por el otro, en la capacidad de matar se reflejan otras igual de potentes como la de perdonar, o la de amar. ¿Ser capaz de matar te convierte en hombre?
Temporada de caza funciona desde muchos aspectos. En lo técnico, con una fotografía y edición precisas que ayudan a crear estos climas fríos y asfixiantes, aún en su vastedad. Por otro, con un guion que prefiere apoyarse en miradas que se cruzan y en cosas que no se dicen y por eso los diálogos son escasos, los intercambios son de otro tipo, más corpóreos. Y, como se mencionaba, con un elenco que sabe pararse y dejarse llevar por esta historia.