Tenemos que hablar de Kevin es, paradójicamente, casi una película muda. Y es que de eso se trata: una familia sin diálogo que construye, o deconstruye, la personalidad de un sociópata. Una joyita del cine – arte.
“Tenemos que hablar de Kevin” es la historia de la madre de un adolescente que asesinó a sus compañeros de secundaria. Eva (Tilda Swinton) intenta atravesar el duelo y los sentimientos de responsabilidad por las acciones de su hijo.
La idea de este film puede resultar interesante e inquietante a la hora de conocer como decide abordar la directora esta temática tan complicada y mediatizada en los últimos tiempos. Y es justamente este condimento el que hace efectivo todo el relato. Lynne Ramsey plantea la construcción de una historia a través de flashbacks continuos en los cuales vamos conociendo la historia de esta familia y la destrucción del personaje de la madre.
Con una carga simbólica muy fuerte, la historia va hilvanando diversas situaciones conflictivas y breves diálogos en los cuales la relación madre-hijo es muy clara: no existe autoridad, ni predisposición, ni aceptación mutua.
Kevin es el fruto de un enamoramiento fugaz, y complica la vida de su madre desde el comienzo. El rechazo que denota Eva en primera instancia, no hace más que acrecentarse a lo largo del filme y Kevin toma esto como revancha: él tampoco la acepta y hará de todo para demostrarlo.
El parecido físico y gestual de Kevin y Eva no es un dato menor, y es un logro más de la directora. Ellos se pueden ver reflejados, cada cual es lo peor del otro y, a su vez, lo mejor. En cada gesto de ella se puede ver el esfuerzo que hace por controlar a su hijo, y no dejarse llevar por los impulsos y en cada gesto de él se ve el rechazo, una mente que está pensando y planeando cada movimiento hasta dar el batacazo final.
La carga de símbolos, las brillantes actuaciones y el relato a través de flashbacks le suman una impronta a este filme que lo enriquece y lo hace llevadero. Necesitamos ver que pasa, como continúa y, sobre todo, como termina. De otra forma, quizás, hubiese sido tediosa.
Un gran filme para ver, analizar y replantear.