El otro lado de Elephant
Si en Elephant (2007) Gus Van Sant realizaba un atroz retrato minimalista sobre la planificación de una masacre en una escuela por parte de algunos alumnos, en Tenemos que hablar de Kevin (We Need to Talk About Kevin, 2011) Lynne Ramsay indaga sobre el contexto familiar que lleva a un adolescente a cometer un hecho de dichas características. El resultado: Excelente.
Kevin (Ezra Miller) nació en una familia tipo pero con la particularidad de ser rechazado por su madre quien ve en él la causa de todos sus fracasos y frustraciones. Desde niño Kevin ha demostrado algunos problemas de conducta, sobre todo hacia su madre. El film acompañará las diferentes reacciones de Kevin desde su nacimiento hasta días antes de cumplir dieciséis años en que se desencadenará el trágico final.
Tenemos que hablar de Kevin, basada en la novela homónima de Lionel Shriver, está narrada desde la visión que la madre tiene de los hechos que terminaron en una tragedia. Desde el comienzo el espectador sabe que Kevin a matado a varios de sus compañeros de colegio, lo que desconoce es el motivo que lo llevaron a realizar tal magnicidio. Para desentramar los hechos, la historia vuelve a través de un juego de temporalidades a los momentos que Eva, la madre, tiene sobre la vida Kevin y que pueden ser los causantes del fatal desenlace. Eva busca una explicación y un culpable que no será otra que ella misma.
La historia toma un solo punto de vista y es el de la madre –espectacular actuación de Tilda Swinton-, pero en realidad nunca se sabrá si lo que ella recuerda es la verdad o agobiada por el sentido de la culpa busca redimir al hijo haciéndose cargo de situaciones que ella cree que sucedieron y que hicieron de Kevin el pequeño monstruo que es. Preguntas que el espectador deberá buscar en las propias conclusiones que saque de la historia y en la información que se le brinda.
Uno de los tantos logros del film es el manejo del suspenso. Sin bien uno de entrada sabe el desenlace hay una situación especial, dada a partir de la forma en que se presenta al personaje de la hermana de Kevin, que nos mantendrá en vilo durante toda la película esperando que algo suceda e imaginando la forma. Sin duda, la realizadora quien ya había demostrado en El viaje de Morvern (Morvern Callar, 2002) un manejo similar de los tiempos y el crescendo dramático, aún sabiendo el final, vuelve a dar cátedra en dicho sentido superándose a sí misma.
Tenemos que hablar de Kevin es una película dura, difícil, tal vez aterradora pero necesaria para entender las causas que llevan a un adolescente a actuar de la manera en que lo hace. Sin juzgar, sin moralejas, sin mensajes esperanzadores ni redenciones cuenta el lado B de una tragedia, ese costado que nadie conoce pero del que todos opinan. De visión obligatoria.