Basado en una novela homónima de su autoría, Recalde construye un film, donde el humor y el absurdo se constituyen, una vez más, en las estrategias para contarnos una historia. Esta vez un disparatado relato donde un hombre se despierta en medio de la noche y comprueba, que su miembro viril a desaparecido.
Podría pensarse que el tema podría generar sobreactuaciones, pero es un trabajo desopilante, con buenas actuaciones que le aportan verosimilitud. Con esto quiero decir, que a pesar de la temática inusual que aborda, hay momentos realmente cómicos en tanto a la mencionada verosimilitud, se le va sumando la incongruencia de fallidos encuentros con diferentes personajes, que se suponen van a aportarle alguna solución a su drama. Para terminar siendo ladronzuelos o chantas, que en definitiva se aprovechan de su situación. Pero lo que se supone va a continuar en el camino hacia la tragedia, da un giro imprevisto hacia la posibilidad de la venganza.
Allí Ernesto Ramponi, guionista de profesión, hace de la castración un camino hacia su realización como persona. Claro está, en clave de solfa. Porque Ernesto en todo caso se configura como un personaje, que podría haber emigrado de la TV, justamente para poder lograr trabajar con el espectador, a quien pretende preparar, para que conecte aquello que bordea lo inverosímil con la realidad, una virtualidad de hecho, que no por irreal es menos humana.
Una propuesta diferente del cine independiente, que comenzará hoy a vérselas con el público.