Visualmente fascinante pero narrativamente casi incomprensible, la nueva película del director de «El origen» y «Dunquerque» es un complicado rompecabezas en el que el tiempo, otra vez, es el principal protagonista. Con John David Washington, Robert Pattinson, Elizabeth Debicki y Kenneth Branagh.
No es estonio, es al revés», le dice Neil (Robert Pattinson) a The Protagonist (John David Washington) cuando ambos avanzan por un autopista de Tallin en un coche mientras el resto de los autos va en dirección contraria. Me pareció una buena definición de la película aunque no sabría explicar bien los motivos. Podría intentarlo, de todos modos. The Protagonist escucha ahí una grabación en un idioma que no comprende y le pregunta a Neil, quien habla estonio, qué es lo que se dice. La respuesta es la que abre está crítica y, al escucharla, no pude más que reírme. Uno podría extrapolar y decir que las tramas de las películas de Nolan son «en estonio». Dicho de otro modo: hablan un idioma raro y poco conocido que muy poca gente maneja pero que él parece conocer a la perfección. Solo que en TENET hablar «en estonio» no le es suficiente, no le alcanza. Aquí hace falta que sea también al revés.
Quizás el problema sea mío. A esta altura no me queda otra que reconocer mis limitaciones con el cine del director de INTERESTELAR. Seré brusco: gran parte del tiempo no entiendo lo que sucede en sus películas y tampoco me importa demasiado. Siento que estoy escuchando a alguien contándome una anécdota complicadísima en detalles y con algunos momentos interesantes pero que no le puedo seguir el hilo. Me confunde, me distrae, me pierde. Tengo la impresión que, más que hablarme a mí, se está hablando a sí mismo. Las películas de Nolan mantienen conversaciones privadas. Hablan para adentro: entre los personajes y el director, entre el editor y el guionista, entre la historia, la trama y la narración. No se relacionan con el afuera. O, si lo hacen, se trata de una comunicación técnica, como cuando uno está en un avión y el personal informa donde están ubicadas las salidas de emergencia. No les interesa que realmente les prestemos atención, pero tienen que cumplir con la formalidad profesional de informarnos.
No creo que tenga mucho sentido que les adelante parte de la trama de TENET. Por dos motivos: tendría que llenarlos de detalles triviales sobre uno de los McGuffins más enrevesados de la historia del cine y ni siquiera tengo idea si lo estoy explicando bien. Solo definiría lo que vemos como una especie de película de James Bond en la que el guionista consumió cierto tipo de droga sintética que pareciera ser una cruza de cocaína con algún ácido. Hay un hombre (el Protagonista) que quiere detener a un villano ruso (Kenneth Branagh, con un cómico acento) que parece haberse topado con un modo científicamente un tanto más realista de conectar el futuro con el presente que el que existe, digamos, en la saga TERMINATOR. Y nuestro ¿héroe? tiene que lidiar con él –y con su complicado operativo que parece inspirado en Austin Powers– y así salvar el planeta de su desaparición, eludiendo milagrosamente sin ser liquidado a las decenas de «roperos» de seguridad que rodean a nuestro oligarca favorito. O algo así. Quizás, no. Seguramente no importa demasiado.
Nunca tengo claro cuáles son los motivos que llevan a Nolan a hacer las películas que hace. ¿Es la posibilidad de crear escenas de acción extravagantes lo que dispara tramas donde el espacio físico se deforma temporalmente? ¿O, inversamente, lo que surge primero son las ideas abstractas al respecto de la naturaleza propia del mundo, o del cine, que vemos en películas como MEMENTO, EL ORIGEN, INTERESTELAR o DUNQUERQUE y eso dispara luego la conformación de esas escenas? ¿O hay un tema superior que las organiza a todas ellas? Lo que me queda claro es que se trata, más que nada, de un cineasta teórico que, si no tratara de hacer un cine masivo, podría trabajar más cómodamente en instalaciones y museos. Pero está en él ese otro impulso: el de entertainer, el de cineasta de películas de acción y aventura grandes, importantes y hasta prestigiosas. Y los dos chocan en una de esas paradojas que seguramente lo impulsarían a filmar otra película. Quizás en estonio.
Me repito cuando escribo esto (ya lo he hecho al hablar de otros films suyos) pero mi constante sensación es que el Nolan guionista no me deja ver las películas del Nolan director. Es como si uno compitiera con el otro para llamar la atención, como dos partes escindidas de un mismo cerebro que se pelean entre sí para convencer al espectador. El Nolan cineasta, el que ofrece espectáculos visuales, es un tipo que me interesa mucho. Es cierto que aún sus escenas más impactantes pueden ser confusas pero creo que el problema ahí es que su otro yo guionista lo mete en problemas que son imposibles de resolver de otra manera. Es claro que ese Nolan –sin el otro, y no me refiero solo a su hermano Jonathan– podría dirigir cualquier cosa: thrillers, films de acción, de aventuras, de guerra y seguramente todos ellos serían fascinantes. O al menos muy entretenidos de ver. Es claro –se nota en varios momentos– que hasta tiene un espíritu lúdico y cinéfilo que logra escaparse, de tanto en tanto, de la prisión de la trama.
El otro, el que quiere reinventar al cine a partir de cuestionarse la propia lógica de su organización narrativa y espacial (más que nada en relación al funcionamiento lineal del tiempo) me agota. Y no porque no me interesen los temas que plantea en términos abstractos, pero creo que sería mejor leerlos en textos teóricos o de semiología que intentar ponerlos en discusión cinematográficamente en películas de acción. Se trata de prisiones, trampas, que enredan al espectador en laberintos imposibles y lo sacan por completo del deleite visual que la propia película puede llegar a ofrecer. Si uno está observando una compleja escena de acción y no entiende qué cuernos sucede –o está pensando más en no perderse en la trama que en poder prestarle atención– hay algo que falla. O al menos eso me pasa a mí. Evidentemente hay muchos críticos y espectadores que logran concentrarse más que yo, que tienen más paciencia para seguir lo intrincado del relato o que se entregan relajadamente a los fuegos de artificio.
Y cierro con el tema que realmente me impide poder disfrutar del cine de Nolan: sus personajes, sus desafíos y problemas. Salvo excepciones, raramente me interesa lo que les sucede. Me da la impresión de que, a Nolan, todo lo realmente humano le es ajeno. ¿Quién es The Protagonist y por qué debería importarme su suerte? ¿Es tan relevante su relación con Kat (Elizabeth Debicki), la torturada esposa del magnate ruso, para tratar de hacer girar el mundo al revés como hacía Superman para salvar a Lois Lane? ¿Por qué en muchas películas de Nolan tenemos que seguir a un hombre que necesita rescatar a una mujer que está presa en algún metafórico palacio y no hay mucho más que eso, finalmente, para contar? ¿Y por qué lo único que motiva a esa mujer es su pequeño hijo? Digo, hay un rebuscado laberinto para atravesar, pero ¿no es mucho suponer que nos involucraremos en resolverlo solo porque Nolan así lo desea y sin tener de dónde agarrarnos más que problemas tan inabarcables como «el fin del mundo»?
Mi impresión es que, a partir de haber tenido varios éxitos de público, Nolan se convirtió en un cineasta al que nadie le dice nunca que no. Imagino a los productores viendo los primeros cortes de sus películas sin entender nada pero, a la vez, siendo incapaces de cuestionarle algo. Si le va bien, dirán, ¿quiénes somos para decirle que es un despropósito incomprensible? Tiene escenas de impacto –un mundo «palindrómico» como el título que va de atrás para adelante y de adelante para atrás a la vez, un avión que explota, persecuciones automovilísticas y en barcos, escenas bélicas, combates mano a mano, atentados masivos–, el público parece fascinado con todo eso y seguramente muchos querrán ver la película dos o tres veces para entenderlo todo bien. Negocio redondo. Equipo que gana no se toca, dice la frase. Así que seguramente seguiremos viendo películas de Nolan cada vez más indescifrables. Envidio que las disfruten, les soy sincero. Yo lo intento, juro que lo intento, pero no lo logro. Se ve que el estonio al revés no se me da del todo bien.