"No intentes entenderlo, siéntelo". Van aproximadamente 15 minutos cuando una científica le profesa esa frase al protagonista, a modo de presagio de lo que ocurriría. Es la base de una estafa cinematográfica que está a punto de ocurrir. Pero Nolan no tiene ni el más mínimo resquemor de querer ocultarlo. El que avisa no traiciona se suele decir.
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Se ha hablado mucho acerca de que Tenet es una película totalmente incomprensible. En cierto punto hay algo de razón en esa afirmación, aunque conceptualmente sea más bien lo contrario. Si decimos que Tenet es una película de espías, con malos que quieren destruir el mundo y buenos que quieren salvarlo, no estaríamos errando respecto al argumento. Hay un dispositivo, viajes temporales, etc, pero la base conceptual no se altera.
Ahora bien, no es para nada nuevo el hecho de que Nolan suele enamorarse de algunas ideas y a partir de ahí, avanzar ciegamente con ellas. Había ocurrido anteriormente, pero quizás en menor medida. Aquí se ha ido de control. La obsesión del director con un truco narrativo llamado "inversión temporal" roza lo patológico. ¿Qué es la inversión temporal? Hablamos de una propiedad descubierta en el futuro a partir de la cual ciertos objetos o humanos pueden regresar en el tiempo de forma opuesta al curso normal de los hechos. Como una especie de rebobinado, en términos coloquiales.
Como todo truco narrativo, este mismo puede funcionar si es capaz de ponerse al servicio de la historia, no si ocurre totalmente lo contrario. En Tenet la historia es prácticamente inexistente. Los personajes no tienen desarrollo ni ambiciones, los diálogos son meros instructivos y cada una de las subtramas deviene en algo olvidable. Síntomas que en otras películas de Nolan habían quedado solapados por la historia, aquí son indisimulables.
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Tenet seguramente sea la gran decepción del 2020. Una película a la que algunos se aferrarán con un diagrama de flujo en la mano con tal de querer justificarla. Pero no será suficiente. Nolan ha quedado preso de sus propios vicios. Es momento de aceptarlo.