«No intentes entenderlo, siéntelo» es una de las líneas del personaje de Clémence Poésy que viene a explicar un poco por donde viene la mano de «Tenet». El film de ciencia ficción con tintes de thriller de espionaje crea una trama bastante enmarañada y compleja como esas que tanto le gustan construir a Cristopher Nolan, el tema es que en esta oportunidad quizás se va demasiado por las ramas y tampoco sirve para esconder o compensar algunos desajustes del guion y varios de los vicios que más presenta el director de «Interstellar».
El 2020 que tuvo a mal traer a la industria cinematográfica supo poner en jaque a muchos tanques y artistas del séptimo arte. Uno de los más perjudicados no fue otro que Christopher Nolan («Memento», «Inception») que se negó a estrenar su más reciente trabajo de manera on demand y fue postergada varias veces hasta que tuvo un estreno bastante limitado en algunas partes del mundo. El film tuvo un costo aproximado de 200 millones de dólares y recaudó a lo largo y ancho del globo cerca de 360, lo cual es un fracaso no solo para Nolan sino para cualquier tanque, ya que se estima que con todo lo que gastaron en la campaña publicitaria y de marketing le quedó una pérdida a Warner Bros. cercana a los 100 millones de dólares.
Todo este panorama de retrasos, estrenos en diferido y demás cuestiones relacionadas con el marco pandémico, también alimentó la grieta cinematográfica entre los fans y los detractores del director inglés que tanto de un lado como del otro discuten fervientemente quién tiene razón. Lo cierto es que «Tenet» es un film menor dentro de la filmografía de Nolan, aunque presenta algunas secuencias impresionantes y se las ingenia para mantener la atención del espectador durante sus largas 2 horas y media de duración.
El largometraje presenta una historia que es difícil poner en palabras pero que básicamente nos pone en el camino de «el protagonista» (John David Washington), una persona perteneciente a algún tipo de fuerzas especiales y que debe detener al personaje de Kenneth Branagh, el cual planea destruir al mundo como lo conocemos. ¿Cómo? se preguntarán. Por medio de una tecnología que les vino del futuro que les permite ir atrás en el tiempo, pero no del modo convencional de viaje temporal que vimos en películas del estilo de «Back to the Future» (1985) sino con una maquina llamada «Torniquete» que invierte la temporalidad y hace que el tiempo vaya para atrás. El problema más que nada se presenta en que Nolan parece no querer informarnos bien qué es lo que pasa, lo cual en primera instancia no está mal, pero inmediatamente cada dos secuencias sorprendentes y enigmáticas tenemos alguna escena bastante dialogada donde algún personaje X se encarga de explicarle la trama al protagonista y por ende al público. Hemos visto esto anteriormente en la filmografía de Nolan con el personaje de Elliot Page en «Inception» por ejemplo o quizás con la explicación de cómo funcionan los agujeros negros en «Interstellar», pero acá ya se vuelve prácticamente cómico lo expositivo que se vuelve el film cada cierto tiempo. Personajes como el de la antes mencionada Clémence Poésy o el cameo de Michael Caine sirven para revelar datos vitales para el entendimiento de la trama.
Obviamente, la película tampoco es que es inmirable, sino que tiene sus momentos emocionantes, algunas escenas bastante logradas que sacan a relucir el enorme presupuesto con el que contó el director británico y algunos efectos especiales de última generación. Incluso desde lo actoral podemos destacar el rol de Robert Pattinson que se lo ve en un estupendo momento de su carrera, a diferencia de la exacerbada composición de Branagh con su acento ruso bastante tosco. El problema también está en la mezcla de sonido que tampoco ayuda a crear ese clima necesario para que las imágenes impactantes vayan acompañadas con un sonido acorde. Y cabe decir que se siente un poco la falta de Hans Zimmer, habitual colaborador de Nolan en la composición de la banda sonora original de la mayoría de sus films.
«Tenet» es un film que es disfrutable en la medida en la que uno no pretenda «entenderla» más que «sentirla» como decíamos al principio. Una película que parecía bastante más sólida que lo que terminó siendo y que probablemente deje las cosas exactamente como estaban, con los fans del director complacidos y con sus detractores odiándolo cada vez más. Una película que en definitiva se queda en el medio y no va ni para atrás ni para adelante.