Un film que tiene mucho para decirnos
La película nos mira a nosotros, nos vuelve partícipes de tantos secretos y confidencias, nos abre a nuestras reflexiones, se conecta con nuestras experiencias de vida. Todos y cada uno de sus personajes tienen algo para decirnos.
No comprendo aún porque la mayor parte de los medios porteños, en su sección espectáculos, cuando el estreno de este film hace algunas semanas, se esforzaron en considerar a este film como una obra menor del director Ferzan Ozpetek, nacido en Estambul en febrero del 59, radicado en Italia desde 1978, intelectual y artista de dos orillas.
No alcanzo a dimensionar algunas notas, como las que afirman que "Tengo algo que decirles", film que desde el punto de vista de tantos y tantos espectadores transpira una inusual sensibilidad, "atrasa al cine en más de treinta años". Y en cambio sí, estos jóvenes críticos, a la manera de ilustrados mandarines que rechazan a un cine de sentimientos, ponderan a los megafilms de Hollywood, en nombre de un muy amplio
concepto de "cine moderno".
Si bien es cierto que el cine de Ozpetek no rehuye, ni se lo propone, del formato clásico del melodrama, en su manera de narrar "historias de vida", también es muy cierto, que de ninguna manera lo hace de forma complaciente, ni conformista. Más aún, creo, estimo, considero que su filmografía que parte de "Hamam?El baño turco", ya a fines de la década pasada, abre a interrogantes sobre las identidades, la cuestión
inmigratoria, los secretos de familia, los amores no correspondidos, las relaciones de clase, entre tantos otros temas más. Como lo hace, a su manera, otro realizador de esas latitudes, Faith Akin.
"Mine Vaganti" es su título original. Y este es el octavo film de este realizador de quien se han estrenado en nuestro país sólo algunos de sus films, en salas comerciales; "El hada ignorante" y "La ventana de enfrente", además del primero de su filmografía. Los otros, en su mayoría, fueron presentados en funciones de Cine Club Rosario y el
que aún permanece inédito "Harem Suaré" no se dió a conocer en circuito alguno.
En nuestro país, "Mine Vaganti" se estrenó en el marco de la presentación del Festival de Pinamar este año y hoy, podemos verlo en sala. El nombre del film, en el original apunta a señalar a aquellas personas que funcionan como "balas perdidas", como "bombas de tiempo", y en el film se lo traduce como "irresponsables", cada vez que alguien pronuncia esta palabra.
Como en la mayor parte de los films italianos, y en numerosos films argentinos, la mesa familiar ocupa un lugar central en la acción dramática; rasgo, por otra parte compartido en toda la obra de Ferzan Ozpetek. En esa mesa familiar, no sólo habrá manifestaciones de afectos y reconciliaciones, sino también enojos, revelaciones, la irrupción de lo inesperado.
Tras un prólogo en el que se animan imágenes de un pasado desde el recuerdo de una abuela, que sí lo comprende, desde su silencio, todo; desde ese prólogo que saldrá al encuentro de esa secuencia final, epílogo, narrado desde la voz del joven escritor, Tommaso, que se permitirá desde la creación de sus ficciones reunir a todos sus
personajes, "Mine Vaganti" va trabajando un itinerario que se abre con la llegada de este joven, hijo de esta familia de habitantes de Leche, de una región de la Puglia, dueño de una fábrica de pastas, dominado por ciertas reglas severas y un rígido concepto de honor, dispuesto a contar su verdad sobre su elección sexual, ser gay, y sobre su real vocación.
Este viajero, que se anuncia de manera poética y que es recibido de igual manera por su hermano, acompañados ahora por la madre y por la abuela, esa abuela que nos brindará esos momentos de confidencia, de reposo, de afecto sincero y de feliz y sabrosa despedida, es la llave de ingreso a esta historia que llevará a que todos sus personajes
comiencen a transitar un territorio diferente, mediante preguntas, atajos, enmascaramientos, ya que frente a algo que debía ser de una manera; así, de pronto, y en esa familia, tomará otro giro.
"Mine Vaganti" es una historia de mandatos y sucesiones; pero también de enfrentamientos y de rebeldías. Aquella primera afirmación sobre lo que "se es" no pudo ser dicha y en cambio habrá que seguir las reglas del juego propuesta por el jefe de familia. En el film de Ozpetek, son las mujeres las que pueden comprender a aquellos hombres, que han elegido apartarse del severo mandato paterno, de la llamada normalidad impuesta por la convención social. Son ellas, quienes pueden escuchar
interpretar el silencio, comprender el dolor ante el rechazo. Por lo menos, en los primeros tramos del film.
Una vez más Ozpetek nos lleva a recorrer todos los matices posibles de las reacciones humanas, frente a situaciones que van marcando, señalando lugares en donde se manifiestan fisuras, en donde se pueden plantear nuevos acercamientos. En su manera de encuadrar los rostros, pone en acto el tono de voz, la mirada detenida, la profundidad del gesto.
La vida de la pequeña ciudad es captada en "Mine Vaganti" desde las miradas y desde el que dirán. Desde el tono burlón, las palabras insidiosas y ciertas alusiones. Frente a ello, la respuesta digna, marcada por el tono humorístico y a veces triunfante.
Y en algún momento de este film, que nos regala una sublime banda sonora, escuchamos: "No debés jamás permitir que los otros te digan a quien debés amar. Equivocáte, por tu propia cuenta, siempre".