Cómo puede reaccionar una familia tradicional italiana cuando uno de sus hijos, o más bien los dos, son homosexuales. Y cómo ellos harán una marca en sus destinos a partir de que la verdad sea revelada.
El nuevo filme del director turco-italiano Ferzan Ozpetek es otra nueva manera que tiene para dar su punto de vista sobre la homosexualidad, tema que defiende abierta y fervientemente ya que es ésta su condición sexual. Ahora, el tema sexual en ¨Mine Vaganti” es parte superficial de una historia que tiene como tema central los problemas morales en pueblos italianos tradicionales aún reticentes a los cambios que trajo la modernidad, en términos de libertades sexuales, emocionales e intelectuales.
Tommasso (Riccardo Scarmacio) , es un joven escritor gay que vive en Roma, donde supuestamente estudia economía, que debe volver a Lecce donde vive su familia, dueña de una fabrica de pastas. En esta vuelta al hogar, él tiene decidido afrontar a los suyos y confesar su elección sexual. Antes de reunirse en la cena familiar donde conocerá al nuevo socio de su padre y a la hija de éste, le cuenta a su hermano Antonio lo que ha decidido. En el momento correcto para liberarse de su secreto, su hermano se adelanta declarándose homosexual, lo que genera el rechazo de su padre que lo expulsa de la casa para luego sufrir un ataque cardiaco. Bajo este panorama, Tommasso deberá hacerse cargo de la empresa familiar, ocultando su condición salvo para su abuela y la hija de su socio , quien a pesar de todo ha comenzado a enamorarse de él. Pero antes deberá enfrentar la presión de su novio Marco que viene de Roma junto a sus amigos gays a pasar unos días a la playa.
Lo cierto es que Riccardo Scarmacio – actualmente elegido por Woody Allen para su nueva película “Bop Decameron”- es un hombre muy masculino (además de muy lindo) , que en ningún momento del filme logra del todo convencer de su condición de homosexual, salvo en un par de besos fogosos con su co-equiper Carmine Recano. Su papel arranca con un nivel de potencia y fuerza que se va diluyendo en el resto de la película, tomando mayor protagonismo la actriz Ilaria Occhini (de una belleza increíble) en el rol de la abuela; y la joven Nicole Grimaudo (“Baaria”) , en el papel de Alba que sostiene todas sus escenas con un manejo gestual y una belleza increíbles.
La historia viene bien, se sostiene más allá de algunos baches que no vale la pena mencionar, pero lo que fuertemente hace caer el filme es su final, donde nos explica el porqué del título del filme y ya. ¿Lo más meritorio? Los escenarios reales de esos pueblos italianos que tienen magia propia. Tiene escenas muy divertidas, pero no más que eso. Creo que un tema tan complejo como la sexualidad en ambientes familiares tradicionales, queda aquí varada en un gran camino por recorrer y desasnar.