A veces solo hay una cara bonita.
Vamos desde el principio. Tengo Ganas de Ti es la secuela de la exitosa 3 Metros Sobre el Cielo, una película de 2010 que desbarató las taquillas españolas en un abrir y cerrar de ojos. Ahora, con esta segunda parte, directamente la locura fue al extremo, y se convirtió en la cinta más taquillera de la historia del cine ibérico, y todo tiene un motivo: va apuntado a esas chicas a las que el marketing denomina “teenagers”, con fiebre consumista y ferrea fidelidad a los productos que aman. Pero, se demostró, no siempre a sus protagonistas. Para mencionar un ejemplo veloz: este año se estrenó la última entrega de Crepúsculo, Cosmópolis y Bel Ami, tres películas protagonizadas por Robert Pattinson. Como imaginarán, la primera se llevó todo, mientras que las otras dos, apenas si lograron una taquilla decente, pese a cierto reconocimiento de la crítica y la prensa especializada. Pero no nos desviemos. El arma secreta de Tengo Ganas de Ti es la misma que desenfundaron en 3 Metros Sobre el Cielo: Mario Casas. Este joven coruñés es el objeto de deseo de todas las chicas sub 21 de España, y cuando está en una película apuntada a ese target, es todo win-win. Las chicas felices, los productores ni les cuento.
Pero ya dejemos los negocios de lado y vamos derecho a Tengo Ganas de Ti. Después de pasarse dos años en Londres, Hache (Mario Casas) regresa al hogar. Jamás olvidó a Babi (María Valverde), y teme reencontrarse con ella. Pasó mucho tiempo, las cosas cambiaron y su vida ya no es lo mismo, así que regresar para Hache tiene gusto a volver a empezar. Es ahí cuando conoce a Gin (Clara Lago), una bellísima muchacha de la que podría enamorarse… pero el recuerdo de Babi está siempre presente, y cuando vuelve a verla, todo lo que logró reconstruír, se desmorona.
En esta segunda entrega, Fernando González Molina vuelve a hacerse cargo de la dirección con puño firme y mantiene a muchos de los actores de la primera entrega, y de hecho se traza una continuidad coherente y responsable. Esto, claro, dentro de los canones que manejan, y es que tampoco la historia es tan complicada, pero un poco de respeto al espectador en una película de este tipo es algo raro de ver. Por lo demás, es la típica historia teenager que solo las teenagers podrán disfrutar. Es cursi, es ñoña y tiene absolutamente todos los lugares comunes que están pensando en este momento. En el aspecto técnico, más alla de la correcta dirección, el punto débil está en la edición. Parece un copy/paste constante que más que contar una historia fluidamente, la cuenta en cuotas. Esto, claro, desaclimata al espectador, pero -de nuevo- no es lo que más importa aquí.
Lo que de verdad importa es que la película fue un éxito, y seguramente -pero en menor medida, claro. Aquí Mario Casas no es tan popular- tendrá su repercusión en Argentina. Pero la realidad, la cruda, la que no tiene vueltas, es que esta película cae y vuelve a caer en pozos de simplismo imperdonable. Obviamente nadie está esperando arte en una película pochoclera. Que me corten las manos si alguna vez insulté a una película por esto. Pero pese a sus intenciones, no logra salir de cierta cueva reservada pura y exclusivamente para su publico, el incondicional y que no verá ninguno de los defectos que se subrayaron. En otras palabras, una película sin manufactura, con mucha fórmula y efectista solo para quien quiere sentir el efecto. No hay más detrás del telón.