Terminator nunca termina
Por Denise Pieniazek
Después de varios años desde The Terminator (1984) y Terminator 2: Judgment day (1991), ambas dirigidas por James Cameron, llega una nueva entrega de una de las sagas que ha marcado a varias generaciones de jóvenes a nivel mundial. Terminator: Destino oculto (Terminator: Dark Fate, 2019), dirigida en esta ocasión por Tim Miller (Deadpool,2016), retoma la historia desde lo acontecido en la película de 1991 ignorando las producciones intermedias Terminator 3: Rise of the machines (2003), Terminator: Salvation (2009) y Terminator: Genisys (2015).
Recordemos que The Terminator y Terminator 2: Judgment day eran protagonizadas por Arnold Schwarzenegger y Linda Hamilton, es decir que en esta ocasión vuelve la dupla original completa, puesto que sólo el actor había tenido participaciones en dos de las posteriores producciones. Mientras que en el primer filme que da origen a la saga Schwarzenegger encarnaba una máquina asesina, en su secuela de 1991 se volvía un protector. En Terminator: Destino oculto continúa siendo un protector, pero con la peculiaridad de que dicho robot ha ido elaborando una “conciencia” a lo largo del tiempo.
Ambos personajes T-800 (Schwarzenegger) y Sarah Connor (Hamilton) han alcanzado una madurez a través del paso de los años en un relato que después de un prólogo situado en los ´90, retomando la segunda película, inicia la acción veintidós años después. Por supuesto que la trama tenía que acomodar temporalmente a los personajes pues el envejecimiento ha alcanzado el aspecto de los actores y había que hacerlo verosímil diegéticamente. El esperado regreso de Hamilton, es equivalente salvando las distancias al de su par contemporánea Jamie Lee Curtis en Halloween (2018). Parece ser que la industria cinematográfica norteamericana no se cansa de repetirse a sí misma con secuelas u otros derivados de producciones anteriores.
Es notable la falta de originalidad que posee Terminator: Destino oculto al repetir el esquema de Terminator 2: Judgment day perocolocando la escena en México y Texas, a tono con la corrección política actual para que los protagonistas sean los latinos. Asimismo, el relato se centra en la fortaleza de las tres protagonistas femeninas, Sarah Connor, Dani Ramos (la “nueva” Sarah Connor) y su protectora Grace, una “humana mejorada” tecnológicamente, a tono con el feminist power actual. Incluso para no dejar ninguno de los temas de la agenda actual afuera, como si fuera poco, también aparece la cuestión del tráfico de drogas.
Una vez más como es costumbre en la saga se plantea un futuro distópico y los juegos entre los vaivenes temporales a través de un relato anacrónico, en el que el nuevo Terminator es más invencible que nunca. Lo cual termina en detrimento del avance de la acción y perjudicando la atención del espectador a quien por momentos le resultará agobiante lo imposible que parece poder vencer a este robot asesino del futuro. Sin embargo, hay que admitir que es un poco mejor que las películas realizadas entre 2003 y 2015, puesto que replica la fórmula de Terminator 2: Judgment day la cual posee la mejor calidad narrativa y de intriga de toda la saga. La repetición estructural constante que poseen todas las películas referentes al universo de Terminator parece generar la idea de un loop constante o de un “cuento de la buena pipa” que parece no tener fin. Terminator: Destino oculto vuelve a establecer la dicotomía entre la humanidad y las máquinas, y nuevamente tan cíclica como su narrativa la moraleja es que la humanidad parece no aprender jamás.