Más que un "Destino Oscuro", Terminator: Dark Fate es un reboot oscuro. Una película despareja de la cual se esperaba algo nuevo, un paso adelante y no un retelling de la historia original.
Después de más de dos décadas (y de tres secuelas de calidad variopinta) los derechos de Terminator regresaron a su autor y director original: James Cameron, quien en los comienzos de su carrera vendió los derechos de lo que sería la obra que lo llevaría a la fama mundial por solo un dólar (!) a la productora Gale Anne Hurd (su segunda esposa) a cambio de que si el proyecto conseguía luz verde por parte de algún estudio, sea él quien lo dirija. El resto ya es historia.
Estando demasiado ocupado filmando al mismo tiempo secuelas para convertir a Avatar en una nueva saga de Sci-Fi, Cameron comenzó a articular su participación en otros proyectos en el rol de productor. Es así como con Robert Rodríguez pudo llevar a cabo uno de sus proyectos más postergados a lo largo de los años y que llego a ser, sin lugar a dudas, la mejor adaptación occidental de una obra Nipona en lo que cine de live action se refiere: Alita.
Es así como luego de la negociación de derechos entre la productora Skydance y el laureado director, la idea de continuar Terminator Genisys (2015) queda trunca en pos de una nueva historia donde Cameron tendría parte del crédito en el guion; siendo Tim Miller (Deadpool, 2016) el director elegido para el proyecto.
Desde el minuto uno el filme se planta como secuela directa de Terminator 2 (1991) y a su vez borra de la existencia cualquier justificación para las secuelas fílmicas que llegaron posteriormente. El sistema Skynet fue vencido hace más de 20 años y el “Judgement Day” nunca sucedió. Pese a esto un nuevo modelo de Terminator, el Rev-9, (Gabriel Luna) es enviado desde el futuro a exterminar un objetivo: Dani Ramos (Natalia Reyes), una jovencita mexicana que lleva una vida común y corriente con su hermano Miguel (Diego Bonetta) y su Padre (Enrique Arce). Al mismo tiempo llega del futuro Grace (Mackenzie Davis), una soldado mejorada cibernéticamente enviada para proteger a Dani, ya que su supervivencia es vital para la resistencia humana en el futuro. En su misión, Grace cruza caminos con una veterana y curtida Sarah Connor (Linda Hamilton) que los ayudará con todos sus medios, ya que reconoce que Dani es la nueva pieza clave para el futuro, así como ella lo fue en 1984. El equipo para esta aventura se completa con un viejo T-800 (Arnold Schwarzenegger) que vive infiltrado entre los humanos y tiene vinculo con el pasado de Sarah.
No solo la vuelta de James Cameron es lo que destaca y atrae de esta producción. El regreso de Linda Hamilton después más de 25 años alejada de las cámaras, volviendo a interpretar a la mítica heroína Sarah Connor, es el factor en el casting que le da esa validez como secuela genuina, siendo una evolución más experimentada y hasta amarga de su personaje. Otro abonado es Arnold Schwarzenegger quien interpreta a un T-800 avejentado y que tiene ciertos toques de humor, sin necesidad de caer en el ridículo como en Genisys.
Entre las actuaciones de los nuevos personajes se destaca Mackenzie Davis como una digna reemplazante del rol de Kyle Resse, siendo la guardiana del personaje de Natalia Reyes. Gabriel Luna nos da un nuevo Terminator a conocer, un nuevo modelo letal y con nuevas prestaciones a la hora de matar y destruir. Pero pese a que esto es gracias a los FX, su actuación no llega a ser impactante e infundir temor como Robert Patrick y su ya clásico T-1000 en Terminator 2.
Lo referido al trabajo de Tim Miller (quien es especialista en efectos visuales además de director) si bien es muy bueno en las secuencias de acción, peca de ciertos momentos desparejos, donde vemos FX en CGI de una calidad bastante pobre y que no cuaja con otras partes del film donde si tiene gran calidad visual y los efectos con la imagen real están genialmente integrados. Otro punto es que las persecuciones en un momento ya se tornan inverosímiles al mejor estilo de las ultimas Fast & Furious y otras producciones visuales contemporáneas, y es ese aspecto visual que hace que Terminator: Dark Fate, luzca como una película de acción mas, sin ese ojo de autor que tenia Cameron. Más allá que hay ciertos planos referenciales que son un calco a escenas de las dos primeras películas, pero que no alcanza para hacer despegar al filme como eso especial y único que pretende ser.
Uno de los puntos positivos en la historia es la actualización de la idea de ”futuro” que se tenía en 1984 en relación a lo que es hoy nuestro presente. Llevar parte de la historia a México hace que veamos los problemas reales del presente que en el pasado ni se pensaban como futuro. Un presente donde el tema de la falta de trabajo, la inmigración ilegal, la segregación y los muros son el día a día entre las fronteras del primer y tercer mundo, lejos del futuro post nuclear que muchos imaginaron para nuestros días, en épocas de la guerra fría. Épocas cuando el guion de The Terminator fue escrito. Pero la historia también peca de quedarse en su zona de confort al volver a contar lo mismo de siempre, donde los roles son idénticos pero con nuevos actores. Donde temas como líneas de tiempo alternas fueron mejor manejadas en Genisys, (siendo considerada dentro de las peores secuelas y que mucho se lo debe a su pésimo cast) o aspectos sobre la infiltración de los Terminators que fueron explorados anteriormente en la más que recomendable serie The Sarah Connor Chronicles de 2008 (punto a destacar es que el guionista de esta serie es parte del equipo de guionistas de Dark Fate). Con todos estos factores en contra, este filme hace revalorar a Terminator Salvation (2009), como la única película de la franquicia que salió de su zona de confort y nos mostró una historia que ahora podría funcionar de manera no oficial, como una precuela.
Mucho más no se puede contar sin caer en los spoilers, por que mas allá de que estructuralmente la premisa básica es demasiado similar a The Terminator. Los cambios que plantea este filme en todo el trasfondo de la mitología de la franquicia son muy abruptos, tanto que hasta atenta al propósito de los dos filmes originales dirigidos por Cameron. Por eso es tan curioso y hasta decepcionante que el director original esté involucrado en el guion de esta película que parece renegar de su pasado glorioso, todo en pos de esa actual premisa caprichosa de “pasar la posta a la nueva generación”. Y ya sabemos que efectos tuvo esta movida en franquicias históricas como Star Wars, por poner el ejemplo más conocido, donde el fandom está claramente dividido.
Es por esto que Terminator: Dark Fate , más que un “Destino Oscuro” es un reboot oscuro, para lo que ya se sabe que va a ser una nueva trilogía. Una película despareja de la cual se esperaba algo nuevo, un paso adelante y no un retelling de la historia original una y otra vez.