I'LL BE BACK
Terminator Destino Oculto no logra recuperar la magia
Arnold y Linda están de regreso para una nueva entrega de la saga que comenzó James Cameron 35 años atrás. Sí, viejos son los trapos.
En 1984 James Cameron, Harlan Ellison y Gale Anne Hurd tuvieron una idea brillante y pelearon a capa y espada para hacerla realidad. “Terminator” (The Terminator, 1984) pasó por todas las dificultades que una producción cinematográfica de bajo presupuesto puede atravesar y salió airosa, tanto en suceso de crítica como de público. La pequeña historia sci-fi de la damisela en peligro y el robot asesino se ganó su lugar en la cultura pop de la década del ochenta, y una secuela que (para algunos) la supera con creces.
“Terminator 2: El Juicio Final” (Terminator 2: Judgment Day, 1991) bien podría haber sido la última entrega de esta saga y no nos hubiera molestado, pero Hollywood es codicioso y siguió explotando el relato apocalíptico hasta más no poder, con mejores y peores resultados. Aunque casi siempre peores.
Nada de lo que vino después pudo superar la visión de Cameron y su equipo, pero “Terminator: Destino Oculto” (Terminator: Dark Fate, 2019) le quiere dar una nueva oportunidad a la franquicia, tomando el consejo de “Halloween” (2018) y haciendo caso omiso a lo que vino después de aquella celebrada continuación. Olvídense de la muerte de Sarah Connor, del maduro John Connor del futuro o del aún más olvidable reboot de “Terminator Génesis” (Terminator Genisys, 2015). Esta nueva instancia salta 22 años en el tiempo, pero retoma los sucesos del Juicio Final que nunca llegó porque madre, hijo y un T-800 compasivo lograron detener a Skynet. O eso, nos hicieron creer.
“Terminator: Destino Oculto” reacomoda la línea temporal y nos muestra un presente en 1998 donde Sarah y el pequeño John (sí, un Edward Furlong recreado artificialmente) se relajan en una playa de Guatemala, habiendo dejado el drama de los cyborgs atrás. O no tanto, porque ese destino del título viene a buscarlos. Dos décadas después, Grace (Mackenzie Davis), una soldado cibernéticamente mejorada, y un flamante modelo de terminator conocido como Rev-9 (Gabriel Luna) aterrizan en la ciudad de México con objetivos opuestos: ella debe proteger a Daniella ‘Dani’ Ramos (Natalia Reyes) a toda costa, y él, como es de esperarse, viene a eliminarla.
Así arranca este nuevo/viejo argumento que no puede evitar (y no quiere) repetir la fórmula del pasado, esta vez, con una visión más femenina y feminista. Sí, Dani es la Sarah de esta historia y Grace, su Kyle Reese (sin la parte de la paternidad compartida), pero mamá Connor también entra en la ecuación aportando toda su experiencia a la hora de enfrentar amenazas venidas del futuro. Lo que sigue, a lo largo de dos horas, es una persecución vertiginosa adornada con muchos efectos especiales y grandes escenas de acción muy bien llevadas por Tim Miller, director que toma la posta y trae consigo la experiencia de “Deadpool” (2016).
Si van en busca de esto y nada más, su entrada bien vale el precio, pero si quieren originalidad o la relectura de una historia conocida como bien supo hacer “Star Wars: El Despertar de la Fuerza” (Star Wars: Episode VII - The Force Awakens, 2015), “Destino Oculto” nos queda floja de papeles. No tanto por sus intenciones un tanto forzadas -Cameron ya creía en su protagonista empoderada y no necesitamos que nos lo recuerden en cada secuencia-, sino por la previsibilidad y torpeza de un argumento que no tiene mucho para aportar a la saga.
Girl power
En una primera instancia, se pensó esta película como el inicio (o reinicio) de una nueva etapa de la franquicia, pero el bueno de James ya salió a asegurar que estamos ante un capítulo independiente y que hay mucho más para contar dentro de este universo. ¿Será porque las críticas no fueron tan favorables? Más allá de los dichos del papá de la criatura, “Destino Oculto” se sostiene por sí misma y no deja dejugar con los guiños de sus entregas anteriores.
El humor no es el fuerte del guión de David S. Goyer, Justin Rhodes y Billy Ray, pero los efectos logran hacer su magia, así como la intervención de Davis (toda una graduada de heroína de súper acción) y la querida Linda Hamilton, demostrando que no hay edad para patear traseros. No podemos decir lo mismo del avejentado Arnold Schwarzenegger y su T-800 o la nueva ‘persona de interés’, una Dani que carece de carisma aunque juegue un papel fundamental en el futuro de la humanidad.
A pesar de que no resulta tan orgánico para la trama, no dejamos de aplaudir las ganas de inclusión y diversidad que ponen Miller y compañía sobre la mesa. Pensemos, nada más, que el destino de los seres humanos está en las manos de una joven mujer mexicana, y que depende de otras dos mujeres para sobrevivir a un hombre/robot que quiere acabar con ella. Y no, las metáforas no son sutiles y los mensajes están demasiado impuestos para el beneficio de la historia, pero se agradece el esfuerzo mientras esperamos, algún día, disfrutar de otra “Mad Max: Furia en el Camino” (Mad Max: Fury Road, 2015).
Frenemies
Lamentablemente, “Terminator: Destino Oculto” nos obliga a preguntarnos, una vez más: “¿Era necesaria esta nueva entrega? La verdad es que no, y ya podrían dejar descansar a una franquicia que no sumó mucho desde aquella secuela de 1991 cuando la guerra con Skynet estaba ganada.