Hay un momento insuperable en Terminator: Destino oculto. Grace y Dani escapan como pueden del Rev-9, el nuevo asesino enviado para terminar con la posible salvación de la humanidad. Grace, enviada para salva a Dani, está a punto de fracasar en su cometido. Entonces llega al puente donde está ocurriendo la acción un vehículo. Frena, se abre la puerta y la cámara toma el borceguí de la persona que baja del vehículo. La cámara panea hacia arriba, tomando a la mujer que se bajó del jeep. Es Sarah Connor, es Linda Hamilton. Apenas aparece, arma en mano, comienza a dispararle al nuevo terminator. Es un momento de profunda emoción, cualquier admirador de los dos films de Cameron protagonizados por ella sentirá la piel de gallina en ese momento en que uno de los personajes más queridos y admirados ha vuelto, años más tarde, la pantalla grande.
Sí, al comienzo la vemos en Terminator 2, en la escena del monitor y luego una escena con personajes digitales la muestra en esa misma época. Pero la Sarah Connor del puente es la actual, la verdadera, la que tiene arrugas, la que ha envejecido como hemos envejecido todos. Al estar Linda Hamilton mucho más lejos de la exposición permanente, para muchos será la primera vez que la ven en años. Es un reencuentro fantástico, sin pausa para sentimentalismos, Sarah entra en plena acción. Su rostro es reconocible, no está deformado, no está tocado, es Sarah con 63 años.
Pasaron treinta y cinco años desde Terminator y veintiocho desde Terminator 2. No es común que una mujer retome un papel de acción luego de tantos años. Tal vez los tiempos que corren lo permiten, tal vez Sarah Connor se ganó su espacio más allá de cualquier moda muchos años atrás. Como Sigourney Weaver como la teniente Ripley en la serie de Alien, Linda Hamilton construyó un personaje inmortal. Volver a verla es algo que produce mucho más que un simpático regreso, es una victoria sobre el paso del tiempo.
También aparece Arnold Schwarzenegger, y verlos juntos también es maravilloso, pero nada en la película puede superar esa aparición en el puente. Además Arnold siempre está presente y no hemos dejado de verlo en la pantalla grande. Fuera de ellos no hay mucho más para agregar. Hay grandes escenas de acción, Mackenzie Davis interpretando a Grace también está muy bien y el resto del elenco, incluyendo a Natalia Reyes y Gabriel Luna, está a años luz de los protagonistas. Las bajadas de línea coyunturales no aportan nada y el director Tim Miller trabaja más como un empleado del proyecto que un autor como lo fue en su momento James Cameron.
Para los admiradores de Sarah Connor/Linda Hamilton, la película es de visión obligatoria. Para lo demás, es entretenida y espectacular, pero no tiene ni por dónde empezar para estar a la altura de los primeros dos films, de los que deriva directamente, olvidándose de la existencia de los demás. Sarah Connor vive y Linda Hamilton le da vida nuevamente, en todo sentido.