Cuando el personaje trasciende la película
La saga iniciada por el genio de James Cameron era –y es- demasiado importante como para despedirse de su público con la vergonzosa Terminator: La salvación (2009) que fuera dirigida por McG prácticamente sin guión (además de ser la única secuela en la que no intervino Arnold Schwarzenegger). Después de todo lo que se habló desde que se confirmó que se resucitaría la franquicia, cabe preguntarse si Terminator: Génesis (2015) está a la altura de tan magna creación. La respuesta, al menos la mía, es contradictoria y abierta al debate. Por un lado se siente al filme de Alan Taylor como la continuación más cercana a las dos películas firmadas por Cameron que le ha dado el visto bueno con comentarios hasta diría elogiosos. Es indudable que pertenecen al mismo universo ya que la línea argumental de la Terminator de 1984 está integrada a la historia que desarrollan los guionistas en esta nueva entrega. Como tentativa de brindarle un cariz inédito a esta mitología futurista, la idea -sin ser exactamente original- no carece de atractivos. Lo que le juega en contra son básicamente dos aspectos. Uno de ellos es la decisión de tomar algunos roles claves como el de John Connor y subvertirlo hasta límites peligrosos. El concepto de que el líder de la resistencia se convierta en el villano puede sorprender pero quizás sea demasiado extremo como para ser aceptado. El otro aspecto discutible es la cantidad de giros que sufre la trama a partir de la ventaja de viajar en el tiempo a corregir los momentos puntuales donde se tuerce el destino a favor de Skynet y las máquinas que en el futuro gobernarán el mundo con el objetivo de exterminar a los humanos.
La película arranca con todo y jamás se detiene descuidando en el camino esos detalles de guión que se aprecian particularmente a la hora de analizar la obra en su conjunto. Las paradojas temporales que se van suscitando con cada cambio que introducen en la historia los autores Laeta Kalogridis y Patrick Lussier simplemente no se sostienen. La velocidad con que se narran los hechos –no hay tiempo para reflexionar sobre lo que vemos- ayuda a disimularlo un poco pero tampoco alcanza. Por ende dependerá mucho del nivel de exigencia que posea cada espectador sobre el tópico de las paradojas, todo un clásico de la ciencia-ficción. Pensemos que uno de los motivos por los cuales funcionó tan bien la primera película fue por su simpleza argumental para explotar UN solo elemento fantástico y extraerle todas sus posibilidades en el contexto de un arco narrativo fuerte, lineal y con apenas unos pocos flashbacks desde el punto de vista del soldado Kyle Reese. Si bien en este subgénero es habitual toparse con guiones que se pasan de listos aún para su propio beneficio, lo más grave acontece cuando debido a esos excesos se pierde el verosímil y/o la coherencia interna del relato. Lamentablemente Terminator: Génesis no puede evitar caer en este error y la película se resiente de ello así como de otros problemas de guión que deberían haberse contemplado antes de empezar el rodaje.
Por más que uno esté identificado con la saga de Terminator era de esperarse que el guión no esté a la altura de tanta expectativa. Porque si vamos a ser sinceros, ¿quién es el alma caritativa capaz de encontrar un tanque de Hollywood que tenga un guión realmente bien escrito? Excepto honradas excepciones, no existe tal cosa en una industria que privilegia el dinero, la técnica y la profusión de efectos especiales por sobre las ideas. A los guiones los retocan tantas manos que lo bueno que podían llegar a tener queda muchas veces en la papelera de reciclaje y se le da luz verde a los conceptos menos interesantes muchas veces por lo motivos equivocados. No da la sensación de ser este el caso en Terminator: Génesis donde sólo aparecen acreditados como escritores Kalogridis y Lussier aunque se sabe que el mismo Cameron hizo algunas sugerencias y no habría que descartar otros aportes más o menos anónimos. Está claro que se intentó darle al reboot alguna arista novedosa para enganchar a los fans y al siempre renovado público joven. Nadie pone en tela de juicio esto. El gran problema es la naturaleza misma de esta saga con temas que ameritan un desarrollo inteligente y de mayor solidez que el empleado aquí. En concreto, uno quisiera toparse con una película del género que el día de mañana pueda volver a verse. Y pongo como ejemplo a la primigenia Terminator que pese a sus 30 años sigue estando fresca y vigente. Menuda aspiración la mía. Si la intención de los productores es plasmar una trilogía –los derechos del personaje vuelven a Cameron en 2019- estaría bueno que profundicen más en los libretos sin perder el ángulo comercial que justifica su realización. Si hasta la serie The Terminator: The Sarah Connor Chronicles en sus dos temporadas brindó episodios de una gran complejidad argumental, ¿cómo no van a lograrlo con todos los medios que cuentan a su disposición? Tal vez la solución sea buscar otros guionistas. El talento no abunda hoy día.
Volviendo a Terminator: Génesis hay que reconocer que entrega todo lo que se espera de ella: están los guiños a los filmes previos, las frases icónicas que no pueden faltar, una acción frenética que no conoce de desmayos (aunque no hay ninguna secuencia especialmente memorable), actores nuevos que se han adaptado sin problemas a los personajes por todos conocidos (Emilia Clarke no da una imagen aguerrida como Linda Hamilton pero tampoco pasa vergüenza), se oye de a ratos el inmortal leitmotiv de Brad Fiedel arreglado para la ocasión por Lorne Balfe, y lo principal: la figura estelar e intimidante de Arnold Schwarzenegger que aunque esté viejo (no obsoleto, como desliza él mismo en tono autorreferencial) sigue demostrando por qué el querido cyborg fue, es y será por todos los tiempos su mejor creación. El carisma, la dignidad y el aplomo de Arnie como Pops (así lo llama Sarah: abuelo), hace que nos olvidemos por un momento de las debilidades del guión para festejar con todas las ganas de un reencuentro que se hizo rogar. Dijo que volvería y aquí está. A disfrutarlo mientras se pueda…