Volver a las fuentes
La quinta película de ‘Terminator’ intenta volver a la magia de las primeras sin comprender del todo en qué consistía esa magia.
Hay que decir primero que Terminator nunca fue sobre viajes en el tiempo. En la primera película de la serie, estrenada en 1984, se usaba el viaje en el tiempo como un plot device para ubicar a un cyborg futurista en el presente: ciencia ficción en el universo de Buscando desesperadamente a Susan, un robot asesino indestructible enviado al presente para asesinar a un personaje de John Hughes.
Pero no había ni en esa película ni en las dos siguientes que completaron la primera trilogía ningún juego temporal, ni planteos complejos sobre el tiempo a la manera de Volver al futuro, Doce monos, Looper: Asesinos del futuro o Interestelar, por poner sólo algunos ejemplos de películas que lidian con paradojas temporales, presentes alternativos y la relatividad del tiempo. Las Terminator eran películas sencillas y efectivas y, a su modo, parecidas entre sí.
Pero al final de Terminator 3: La rebelión de las máquinas, la historia llegaba al Día del Juicio Final, al tan temido momento en que Skynet toma control de todo el armamento mundial y decide acabar con la Humanidad. ¿Cómo continuar con la franquicia? Después de una olvidable Terminator – La salvación, pensada como el comienzo de una nueva trilogía que no fue y que ya era directamente una película de guerra futurista, llega Terminator Génesis que de alguna manera intenta volver a las fuentes. El problema es que es imposible volver a las fuentes cuando se desconoce de qué fuentes se trata.
La historia sigue avanzando y ya estamos en 2029, el mítico año en el que Skynet manda al Terminator al pasado para asesinar a Sarah Connor y la Resistencia hace lo mismo con Kyle Reese. Ese primer acto, para los que crecimos con Terminator en nuestro imaginario, es fascinante. Sabemos que Reese siempre estuvo enamorado de aquella mujer misteriosa, madre de su líder, sólo por relatos y por esa célebre fotografía tomada por un chico mexicano en una estación de servicio cercana a la frontera cuando ella estaba embarazada de John Connor. Ese primer acto, entonces, nos pone en imágenes aquellas escenas que apenas imaginábamos cuando teníamos diez años. Después, cuando el Terminator y Reese aparecen en Los Angeles en 1984, la película repite los mismos planos que la primera de James Cameron. No se me ocurre un posible mejor primer acto que este. Pero, ¿cómo seguir?
Obviamente, ese 1984 no es el mismo que el de la película original de Cameron y ahí empiezan a jugar los presentes alternativos y toda esa cosa compleja de los viajes en el tiempo. Pronto la fascinación se transforma en tedio y descubrimos que la complejidad está desprovista de inteligencia. La simpleza y la levedad se extrañan aún más cuando el laberinto no se sostiene. Pasados alternativos, una máquina del tiempo en 1984, dos Terminators coexistiendo con un T-1000, Arnold Schwarzenegger en tres edades, un John Connor malo, un Kyle Reese adulto hablándole a un Kyle Reese chico, todas volteretas que están colgadas de un pincel.
Schwarzenegger vuelve a jugar con su edad: Sarah Connor le dice “Pops” (abuelo) y repite varias veces “estoy viejo pero no obsoleto”. Arnold dejó la gobernación de California hace cuatro años y volvió a los sets hace siete películas. Ya en Los indestructibles y muy particularmente en la excelente El último desafío hacía referencia a su edad. El chiste ya quedó tan viejo como el propio Arnold.
Todos estos defectos no se atenúan por unas escenas de acción que se destaquen particularmente. El director Alan Taylor tiene mucha experiencia en televisión (dirigió capítulos de las series más importantes de HBO, desde Los Sopranos hasta Game of Thrones) y debutó en las grandes ligas del cine con Thor: Un mundo oscuro -después de algunas experiencias indies-, pero acá no le llega ni a los talones a un Jonathan Mostow que en Terminator 3 se había lucido con una extraordinaria escena con una grúa mecánica -que nunca olvidé-. Pero sería injusto culpar a Taylor. El problema es que los responsables de Terminator Génesis nunca entendieron de qué se trata.